Este 4 de Noviembre hemos celebrado con orgullo el Día de la Bandera, en el marco de las festividades patrióticas que conmemoran el surgimiento de Panamá como nación soberana e independiente.
Pero la bandera ha sido más que un emblema o un símbolo de la nacionalidad panameña, porque ha estado presente, como protagonista de las valerosas gestas de nuestros mártires y patriotas.
Primero, en 1903, fue la representación del fin de las hostilidades entre liberales y conservadores. Después, estuvo presente en movimientos cívicos en los que la ciudadanía panameña luchaba por la reivindicación de su libertad, independencia y soberanía.
El 12 de diciembre de 1947, nuestra bandera acompañó a la Federación de Estudiantes, al Frente Patriótico y otras organizaciones políticas y cívicas en su marcha de protesta contra la ratificación del oprobioso convenio Filós - Hines que pretendía reemplazar el acuerdo de 1942 que en esencia prolongaba la ocupación de algunas bases.
El 2 de mayo de 1959, un grupo de estudiantes universitarios encabezados por Carlos Arellano Lennox y Ricardo Ríos, organizaron el movimiento conocido como Siembra de Banderas en la antigua Zona del Canal para reclamar la revisión de los tratados del Canal de Panamá.
Cinco años después, el 9 de enero de 1964, la bandera es conducida por un valeroso grupo de estudiantes hacia la Escuela Secundaria de Balboa, para hacer cumplir las disposiciones de los gobiernos de Panamá y Estados Unidos, de izar los pabellones de ambos países en territorio ocupado.
La Bandera siempre ha estado presente en las luchas, en las jornadas de protesta, en los movimientos de reivindicación, ha estado al frente de todos los movimientos, ha sido herida, maltratada y ofendida, pero aún así, conserva su estirpe de adalid, su prosapia de heroicidad y a ella debemos el mayor y más sagrado de los respetos.
