Ríos de gente recorrieron ayer las calles de diversas ciudades de Colombia y del mundo para reclamar la liberación antes de Navidad de los secuestrados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En medio de la tragedia que vive Panamá a causa de las inclemencias del tiempo, se hace necesario resaltar esa movilización, sobre todo porque se trata de un país hermano del que formamos parte tras independizarnos de España y que en estos momentos difíciles que viven chiricanos y bocatoreños, también nos apoyó con ayuda humanitaria y con dos aviones para transportar las donaciones al área de desastre.
Estar secuestrado genera un doble sufrimiento tanto para el cautivo como para sus familiares. Esa tristeza se multiplica con la llegada de la Navidad y Año Nuevo. Son momentos donde la nostalgia de estar cerca a los seres queridos hace resquebrajar la fortaleza humana de los que están en cautiverio.
Es doloroso ver que mientras gran parte de la humanidad vive la alegría de diciembre, hay hermanos colombianos que tienen años internados en las selva en las peores condiciones y sin tener una certeza de su liberación.
Los guerrilleros que son los carceleros de esos secuestrados deben atender el clamor de un pueblo que ayer gritó: "Libérenlos ya, libérenlos ya, la vida es sagrada y el secuestro la degrada".