Se dice que desde que se inventaron las excusas, todo el mundo queda bien.
Pero también es cierto que desde que existe el teléfono, el Internet y los celulares con mensajes de texto, cada vez se vuelve más difícil excusarnos cuando se trata de explicar por qué dejamos "vestidas y alborotadas" a las personas con quienes hicimos una cita o nos comprometimos a algo.
Los imprevistos existen. Eso es innegable. Si quedamos de encontrarnos con alguien, y resulta que no podremos cumplir con llegar al lugar acordado, lo menos que podemos hacer es informarle con antelación a la otra parte.
Pero esa es otra de los múltiples deficiencias en materia de buenos modales que tenemos los panameños.
�Qué tal si esto lo comete un padre divorciado que se pierde una cita con su hijo? �O un policía que es llamado a atender una llamada de emergencia? Por desgracia, el tiempo de nuestro prójimo es de poca importancia para muchas personas, algunas de ellas en posiciones de poder e influencia.
En este mundo hay muchos plantados: gente protestando en las calles que no obtiene respuestas (plantados por su gobierno), personas que han sufrido violaciones a sus derechos ciudadanos y que no han recibido justicia (plantados por el sistema judicial), hombres y mujeres desempleados y marginados (plantados por la sociedad).
Lo más grave es que nadie les da una respuesta satisfactoria sobre por qué están en esa situación, ni si van a recibir ayuda. Son como personas a las que las arrestan sin que nadie les explique sus derechos.
Asumir nuestra responsabilidad cuando fallamos en cumplir algo que prometimos es fundamental en cualquier individuo. Nadie es perfecto, pero lo cortés no quita lo valiente. Demos las disculpas del caso y veamos cómo podemos resolver la falla.