Era un conocido fotógrafo de sociedad. Pero trató de aprovechar una "ganga". Compró en treinta balboas una sumadora nueva cuyo valor era de trescientos cincuenta balboas. Cuando la policía detuvo al ladrón este "cantó" y señaló al comprador del objeto hurtado.
Tremendo lío tuvo el fotógrafo que se convirtió en cómplice de un hurto, pues compró el objeto hurtado.
En la policía quiso "enterrar" el expediente. Para eso pagó dinero de soborno. Pero se aprovecharon de su "viveza".
Siguió el expediente su curso. Llegó hasta un juzgado penal. Allí también trató de sobornas a un funcionario para que "desapareciera" el expediente.
Yo fui ese funcionario que lógicamente me negué a ser corrupto. Alegaba el fotógrafo que había sido "un comprador de buena fe"
Con "cara de piedra" me decía que él había sido estafado por funcionarios que recibieron su coima y no "enterraron" su expediente.
A todas luces se notaba que sus alegatos eran puros "cuentos". El sabía que tenía que ser hurtada la sumadora que le vendieron por una "bicoca".
Pero la justicia no siempre es ciega. No pudiendo sobornar a más funcionarios judiciales, se buscó un habilidoso ahogado. Que dicho sea de paso, era amigo del Juez.
Pues bien, al final resultó absuelto el fotógrafo. Todavía está vivo y lógicamente no le dirijo la palabra.
Como este sujeto hay muchos panameños que contribuyen a que haya hurtos y robos. Al comprar los objetos mal habidos, están permitiendo esos delitos.
Como dije semanas atrás a unos alumnos, si nadie comprara lo hurtado, los ladrones dejarían sus fechorías porque no son rentables.
Es falso que el ladrón roba para él. Simplemente lo hace para conseguir dinero. Y aquí entra en escena el comprador "juega vivo".
Con la excusa de que quiere aprovechar de una "ganga", este comprador es cómplice del delito. En las leyes hay fuertes sanciones para ellos, pero pocos reciben ese castigo.
Ojalá los panameños comprendan que al comprar un objeto robado están alentando a la delincuencia.
Sólo hay que comprar en almacenes y recibir la factura. Lo que se vende "por allí" huele a "quemado", como dicen algunos en el parquecito de Volcán.
Los padres deben educar a sus hijos desde pequeño a que no compren cosas hurtadas y robadas. Y ellos deben "predicar con el ejemplo".