EDITORIAL
La obra del "muerto"
El candidato perredista al
solio presidencial, Martín Torrijos, vocea el recuerdo filial que
lo enorgullece, y osa lanzar retos provocadores a los opositores acusándolos
de pretender "matar al muerto", cuyas ejecutorias permanecen vivas
en la memoria popular panameña.
El desafío de Martín obliga a recordar la obra del muerto,
comenzando por señalar el ascenso al poder mediante la traición
histórica de los cuarteles que maculó el uniforme castrense;
evento donde se encarcelaron centenares de compatriotas disidentes; se excluyeron
profesores y alumnos de la Universidad; se desterraron a las latitudes de
la Tierra diáporas de opositores; se asesinaron patriotas nacionalistas
en las ergástulas de Coiba y Modelo; se lanzaron víctimas
al mar desde helicópteros, se expropiaron por abuso e ilegalidad
patrimonios de respetables familias; se desaparecieron sacerdotes predicantes
de la hermandad evangélica; se cancelaron los partidos políticos;
se removieron los concejos municipales; y se dictaron normas aberrantes
violatorias de derechos humanos y civiles, propias de los oscurantismos
surafricanos y soviéticos.
La obra del muerto resalta por el faraónico endeudamiento que
llevó al dispendio y el suculento aprovechamiento indebido de acólitos
y favoritos, así como los disparatados proyectos antieconómicos,
tales como siembras azucareras en tierras ácidas; cultivos de mangos
en terrenos inadecuados; enclaves turísticos en islas carentes de
agua; urbanizaciones en albuferas que inunda los aguajes; editoras sumisas
sometidas al dogal del culto a la personalidad del mandamás; y en
síntesis, el desastre que por más de veinte años rigió
la vida panameña sometida a los temores del miedo y el viento frío
de la persecución, las delaciones, el atropello y la indignidad.
La institucionalización de los informantes políticos
del G-2 minó la vida vecinal; afectó las relaciones domésticas,
y llevó a la generalización de las desconfianzas y las sospechas;
así como al afianzamiento triunfal de los enajenados, desviados de
alma y sentimiento, que florecerían en plenitud con el discípulo
Manuel Antonio Noriega y su cohorte de torturadores sádicos.
Hoy, en torno al candidato perredista hacen ronda y aplauden desaforados
personeros de cúspide que llenaron faldiqueras con jugosos contratos,
en préstamos y canonjías estatales, y es rumor a voces que
persisten en las glotonerías de sus ambiciones acrecidas y cultivadas
entonces por "el muerto" idolatrado.
El balance de la obra destructiva que el torrijismo esparció
por la vida panameña lo acusa y califica de infame tragedia que todavía
roe el alma nacional y mantiene abiertas heridas de crimen, luto y llanto,
aun cuando personeros acodados a subalternos compromisos lo nieguen y defiendan
con ardor... y por genética.
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AYER GRAFICO |
El presidente de la Asamblea Nacional, Jacinto López y León,
juramenta una colega |
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