Martes 19 de enero de 1999

 








 

 


MENSAJE
La necesidad de la voz humana

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

Nadie sabe qué sufrimiento, que agonía, qué dolor está embargando el corazón del que sufre en silencio.

Las sombras de dolor se fueron acumulando sobre Raquel Holloway. El cielo se le había venido encima. La persona en quien ella más confiaba, su propio esposo, acababa de anunciarle que él tenía otro amor. A Raquel no le quedaba razón para vivir.

Cerca de ella tenía dos objetos: un revólver y un teléfono. Ella no sabe cómo cayó en sus manos una tarjeta con el número de teléfono para llamar cuando se está deprimido. Raquel llamó al número. Pero en lugar de escuchar una voz en vivo, cálida, íntima, amiga, escuchó una desabrida voz grabada en una cinta. Su depresión se le hizo más profunda, y ahí mismo la pobre muchacha, de 27 años de edad, se suicidó.

Todos, especialmente en ciertas circunstancias de la vida, necesitamos el cálido acento personal de una voz amiga, el toque amoroso de una mano que prodiga afecto. Las palabras en una cinta grabada pueden ser muy bonitas, pero por bien preparadas que estén, en situaciones como la de Raquel, son frías, impersonales, mecánicas y sin vida.

¿Podrá conformarse una esposa con una palabra grabada que le deje el esposo mientras él está de parranda? ¿Podrá estar contenta una madre con la voz grabada, fría y mecánica, de un hijo que nunca la visita?

El amor mecánico no es amor. Todos deseamos un amor que sea personal, cercano, palpable, tangible, íntimo. Las manos, los brazos, los labios, tienen una función importante en la expresión de amor.

Cristo sabe amar porque el fue odiado. El conoce la importancia del reconocimiento porque fue despreciado. El comprende el valor del cariño porque fue menospreciado. Nadie que se acerca a Cristo con un corazón quebrantado encontrará jamás en El indiferencia. Al contrario, como El sabe lo que es el dolor, se compadece del que sufre.

Cristo es muy personal, sensible y cercano. El no es una cinta grabada sino un Amigo que desea vivir dentro de nosotros.

No hay, ni puede haber, otro como el Señor Jesucristo. Confiémosle nuestro problema. Entreguémosle nuestra angustia. Abrámosle nuestro corazón. El será nuestro amigo.

 

 

 

 

CULTURA
Exposicion "Felipe II y su Epoca" con fondos colecciones checas

 

PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | CRONICA ROJA | EDICIONES ANTERIORES


   Copyright 1995-1999, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.