El caso del asesino en serie William Adolfo Cortez Reese o William Dathar Holbert como dice llamarse ahora, pone de manifiesto la vulnerabilidad de los sistemas de verificación en Panamá.
Muchos extranjeros con antecedentes criminales ingresan al país haciéndose pasar por turistas e inversionistas y pareciera que no hay mayor control para verificar identidades y antecedentes.
Panamá, como país crisol de razas debe darle la bienvenida a todo extranjero decente que pretenda visitar o establecerse en nuestro territorio, pero no podemos permitir que la escoria de otras latitudes traslade a la nación sus actividades delictivas.
De igual modo es cuestionable que al caso de una norteamericana encontrada sepultada en Bocas del Toro en los terrenos de un hotel propiedad de Cortez u Holbert, sólo se agilizara tras los esfuerzos de un periodista.
Las agencias de investigación deben cumplir a cabalidad sus labores, investigar profundamente los casos y no esperar que otros les resuelvan asuntos de su competencia.
Cómo es posible que las autoridades en Costa Rica y en Nicaragua pudieran ubicar rápidamente al investigado y a su mujer, pero en Panamá no se le pudo capturar.