Martes 7 de enero de 2003

 

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  OPINION

EDITORIAL
La política

Cuando la humanidad avistó las tierras de la organización, de la evolución social que nos transformó de tribu en Estado, la política irrumpió en el escenario para quedarse. Es una ciencia que nos habla del arte de gobernar y estudia las relaciones de poder. Han sido muchas las modalidades mediante las cuales esta herramienta social ha encontrado asidero en la vida de los pueblos, siendo el fin siempre el mismo: El control de las naciones y sus gentes.

Así también, cada modalidad ha traído consigo hombres y mujeres de diverso quilate, cada uno de los cuales ha dado de sí lo máximo, para bien o para mal, para ir construyendo la sociedad. Muchos de ellos contribuyeron enormemente para enriquecer la cultura y los bienes materiales y espirituales de los pueblos. Otros, envenenaron las aguas con su conducta corrupta y malevolente.

Panamá no ha estado exenta de estas realidades. Aquí hemos tenido nuestras altas y nuestras bajas. Por las calles del terruño caminaron grandes hombres y mujeres, que le dieron lustre a la política criolla, y nos llevaron por senderos de crecimiento e hidalguía. Pero también hemos tenido a muchos que manipularon el veneno.

Y al panameño le gusta el tema. A veces se muestra poco interesado en la política de alto vuelo, en el diseño de estrategias económicas o de búsqueda de soluciones diplomáticas a conflictos diversos. Más bien, parece interesado en el barullo, el cuento de pasillo que le enriquece su espíritu de chanza y competencia.

El año 2003 empieza con estas características. La carrera por el poder empezó, y el panameño contempla con una sonrisa amarga esta manifestación circense de la política. Inician sus recorridos los precandidatos, quienes tocan las puertas de todos pidiendo la limosna del beneplácito popular.

Desde ayer, las cartas están echadas y todos los aspirantes aseguran que tienen la fórmula para responder a todas las preguntas, y resolver todos los problemas. Es muy posible que existan personas que crean lo que se les dice, pero una gran mayoría volvió a entender cómo son las cosas en la política criolla, donde la promesa vacua y el clientelismo son la tónica.

Lo lastimoso del asunto es que la política es una moneda de cambio que a la masa le importa poco, y que los políticos le han impuesto al pueblo antes de tiempo. Los traumas y los altibajos aparecen en escena en el peor de los momentos, cuando se corre el riesgo de que los más conspicuos actores del acontecer nacional se distraigan en estos avatares, y desatiendan importantes aspectos de la agenda nacional como el desempleo, la Caja de Seguro Social, el problema carcelario, el anacrónico sistema educativo y la desproporcionada balanza de pago.

Así la política, que bien puede ser bálsamo para muchos quebrantos de los pueblos, se podría transformar en Panamá, en la más amarga de las pócimas.

PUNTO CRITICO

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