Hoy se conmemoran 45 años de los abominables hechos del 9 de enero de 1964, que dejaron como saldo la muerte de 20 panameños y más de 400 heridos. El único delito de estos nacionales fue protestar por el ultraje inferido por los zoneítas a nuestra bandera.
Esta es una de las páginas negras de las relaciones con Estados Unidos. Es un hecho que no se puede borrar en la historia del coloso norte que se jacta de ser bastión de la democracia y la civilidad occidental.
Los ataques que sufrieron los panameños hace hoy más de cuatro décadas, tenían origen en la actitud obtusa de los zoneítas que no aceptaban los derechos soberanos de Panamá en la franja canalera.
Esa injustificada agresión de que fuimos víctimas por parte de aquellos ingratos vecinos, quedará en los hitos del tiempo, como una incalificable marca, como baldón indeleble, porque fue una masacre ignominiosa.
Hoy pasado el tiempo no nos queda más que resaltar la actuación del gobierno de entonces, que dejó los paños tibios y rompió las relaciones con Estados Unidos, hasta tanto fueran cambiadas las condiciones que regían nuestras relaciones con los norteamericanos.
Además hay que resaltar, que en aquél entonces, el pueblo olvidó sus discrepancias de criterios partidistas y otras controversias domésticas, para mantener una posición uniforme frente a las agresiones sufridas el 9 de enero.
La gesta histórica del 9 de enero de 1964, fue uno los eventos principales que dieron paso a los tratados firmados en 1977 y que permitieron que el 31 de diciembre de 1999 ondeara en nuestro país una sola bandera.