La historia panameña registra con destellos de gloria inmarcesible, la gesta patriótica, pletórica de excelsa dignidad nacionalista del 9, 10 y 11 de enero de 1964, cuando el pueblo istmeño se enfrentó con coraje y valentía al poderoso.
Ejército, policía y civiles racistas e imperialistas norteamericanos, que avasallaban a los panameños en su propio territorio, menoscabando su independencia al imponer a una nación joven las nefasta cláusulas del Tratado y soberanía del Canal denominado Hay-Bunau Varilla, que le otorgó a los Estados Unidos de América no solo el derecho de construir la vía acuática en el Istmo, sino el de establecer un enclave colonial denominado Zona del Canal, con carácter perpetuo, con gobernador, leyes y autoridades norteamericanas.
Hoy le rendimos emocionado homenaje de gratitud a los istmeños de las ciudades de Panamá y Colón, quienes en su mayoría desarmados, ofrendaron sus vidas y otros resultaron gravemente heridos, luchando en las trincheras del decoro nacional por el derecho que tiene Panamá de ser soberana en todo su territorio y de ser dueña de su augusto destino.
Los enemigos, los oportunistas, los intereses creados foráneos de derecha e izquierda han pretendido quitarle prestigio a la gesta nacionalista de Enero de 1964, poniendo etiqueta partidista, pero no han podido lograr su nefasto propósito, porque la verdad siempre impera sobre la mentira.
El pueblo panameño demostró al mundo entero que no tiene sangre de esclavo, que se opone a la opresión, que es amante de la libertad y adversario de las tiranía y que se siente orgulloso de ser sede de la excelsa panameñidad.
