�Cu�ndo vamos a expulsar lo antinatural?
Hermano Pablo
California
Tetsuro Sasaki, japon�s de sesenta y ocho a�os, miraba televisi�n tranquilamente. Estaba sentado en la sala de su casa, rodeado de paz, de cari�o y de recuerdos. Estaba mirando la famosa pel�cula �El puente sobre el r�o Kwai�. Esto ocurr�a en Tokyo, Jap�n, en marzo de 1983. En el momento en que miraba el cruce del tren japon�s sobre el r�o Kwai, le vino un violento acceso de tos. Se puso la mano en la boca y expuls� un trozo de metal de dos cent�metros de largo. Era un pedazo de granada que hab�a explotado cerca de �l mientras conduc�a aquel tren, en el momento preciso en que los aviones brit�nicos atacaron el puente en 1943. Desde aquel entonces Sasaki hab�a tenido incrustado en sus pulmones el trocito de metralla. Y ahora, cuarenta a�os despu�s, lo expulsaba en el mismo instante en que reviv�a aquel momento. Fue realmente incre�ble la coincidencia del suceso. Mientras Tetsuro Sasaki miraba la pel�cula de aquel suceso de guerra donde �l hab�a sido protagonista, su cuerpo, por uno de esos procesos todav�a misteriosos pero naturales de reacci�n curativa, expuls� el trocito de metal que era un cuerpo extra�o en su organismo. Mucha gente que se ha clavado agujas o ha tragado piedras, balas, dedales u otros objetos contundentes, los ha mantenido en su cuerpo mucho tiempo, hasta que el mismo cuerpo, inesperadamente, los ha arrojado de s�, para sorpresa y alivio de ellos mismos. Es que al cuerpo humano Dios lo ha dotado de la capacidad de recuperaci�n. Puede curarse a s� mismo; puede recomponer un hueso roto; puede bajar o subir su propia temperatura, si as� le conviene; y puede expulsar cualquier sustancia t�xica que ponga en peligro la armon�a general, que es la vida en buena salud. Y as� como el cuerpo puede, si lo dejan solo, hasta curar el c�ncer, como ha sucedido en muchos casos conocidos de cura espont�nea, as� tambi�n el alma puede librarse de los males que la aquejan. �Y cu�les son los males del alma? Las pasiones morbosas: el odio, la envidia, los celos, el rencor, la ira, la concupiscencia y dem�s elementos antinaturales. Pero nuestra alma tiene un m�dico, un m�dico infalible, todopoderoso. Es el Se�or Jesucristo. Si le pedimos a Cristo que nos ayude a expulsar de nuestra alma todo lo que es negativo, antinatural, nocivo y mortal, �l lo har� en seguida.
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