Mientras los panameños que conducen autos tienen que lidiar con un nuevo aumento en la gasolina, que la sitúa por el rango de los B/.3.50, se asoman nubes negras sobre el precio del transporte colectivo y sobre uno de los productos alimenticios preferidos en este país.
Por un lado, se trata de las presiones que actualmente la Cámara Nacional del Transporte (CANATRA) ejerce sobre el gobierno nacional, con el objetivo de aumentar el pasaje de buses urbanos en 40 centavos. Por el otro, los productores avícolas contemplan el aumento en el pollo, aduciendo que los insumos para alimentar a las aves se les han disparado.
Los panameños nos enfrentamos a un aumento tras otro. Prácticamente cada semana vemos con impotencia como todo sube: los alimentos, la vivienda, la gasolina y la luz.
Sin embargo, todo este fenómeno inflacionario se produce en momentos en que el dinamismo económico alcanza niveles sin precedentes. Los sectores de la construcción, servicios financieros, productos agrícolas no tradicionales y marítimo están descollantes. La ampliación del Canal abre el compás para la creación de miles de nuevos empleos en los próximos años.
Tomando estos elementos en consideración y poniédolos todos en la balanza, podemos concluir en que si hay un momento oportuno en el país para la discusión, creación e implementación de una ley general de sueldos, es ahora.
La revisión cada dos años del salario mínimo (cuyo ajuste siempre se queda corto) debe ser complementado con una ley de salarios que también ajuste los ingresos al resto de los empleados públicos y privados para compararlos con los constantes aumentos en el costo de la vida. De lo contrario, evolucionaremos en un país en el que todo el mundo quedará ganando salario mínimo.