Tal vez sea el hecho de que quien gane el gobierno en el 2009 obtendrá las riendas de un país montado en una ola de crecimiento económico sin precedentes. Tal vez sea la oportunidad de negocios que esa coyuntura abrirá para quienes logren la administración del Estado. Tal vez sea obtener el beneficio de cortar la cinta del proyecto de ampliación del Canal.
Las verdaderas motivaciones de cada grupo de interés en la carrera política es algo que sólo ellos conocen. Lo que sí es cierto es que están haciendo campaña con una inusitada agresividad.
Tan agresiva es la campaña hacia el 2009 que la Conferencia Episcopal de Panamá tuvo que dirigirles prácticamente un "regañón" público a la clase política panameña, que se está desviviendo en insultos y descalificaciones, pero presentando pocas propuestas originales; menos aún, sustentadas.
La situación para el público que ve, oye y lee los medios de comunicación está llevándolos al hastío: estamos viendo cómo la carrera a la presidencia está tomando características de campaña sucia, una de las más sucias de la historia.
Y no por la cantidad de "trapos sucios" que las figuras políticas se están sacando sea mayor a la de campañas pasadas, sino porque están comenzando desde bien temprano.
Es hora de escuchar proposiciones y soluciones concretas a la pobreza, la distribución de la riqueza, los aumentos en el costo de la vida, la corrupción y la seguridad, que han sido identificados una y otra vez por la población como los que deben dominar el discurso de quienes aspiren a ocupar la silla presidencial. Lo demás, no nos interesa.