La percepción negativa de la ciudadanía ante nuestro sistema judicial es un tema de larga data. Ayer, la Dirección de Auditoría Judicial nos recordó por qué no creemos en nuestra justicia.
Esta dirección, luego de auditar despachos judiciales en Darién, Colón, Bocas del Toro y Panamá, presentará acusaciones formales contra seis de estos por faltas a la ética.
Desde que comenzaron a realizarse estas auditorías, que cuentan con la aprobación de la Sala Cuarta de Negocios Generales de la Corte Suprema de Justicia, varios jueces han sido separados, y otros enfrentan procesos por comportamiento no ético en el ejercicio de sus cargos.
Entre la larga lista de irregularidades que se han hallado están la desorganización de expedientes, el atraso inexplicable de muchos de estos, casos que se dejan prescribir, y fallos dudosos.
El eterno problema de la mora judicial sigue plagando nuestro sistema de justicia. El propio Magistrado Harley Mitchell ha señalado que solo en los juzgados civiles, hay más de 100 casos de quiebra estancados. Gran cantidad de personas privadas de libertad aún esperan juicio.
Si de algo tiene que deshacerse nuestro sistema judicial, es de esa percepción de que en nuestro país la justicia es solo para los que tienen recursos económicos vastos. La impunidad con que políticos prominentes, empresarios deshonestos bien contactados y narcotraficantes han operado en este país no deja otra alternativa que poner también mano dura en la justicia.