 |
Los policías rebeldes observan los enfrentamientos en el techo de uno de los edificios cercanos a la plaza. Recuadro: Miembros de la policía militar llevan un compañero herido a una ambulancia.  |
Duros enfrentamientos entre militares leales al presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y policías amotinados en demanda de mejores retribuciones, dejaron al menos ocho muertos y una veintena de heridos este miércoles en la plaza de armas de La Paz, en un clima de convulsión social.
Los enfrentamientos se desarrollaron después de que estudiantes de un combativo colegio paceño, en su mayoría adolescentes, que exigían el nombramiento de un director, apedrearan a placer el palacio Quemado, en cuyo interior el mandatario y su gabinete de ministros analizaban la crítica situación nacional.
Los incidentes a raíz de la intención presidencial de gravar con un impuesto de 12%; a los salarios de 750.000 dependientes bolivianos, tuvieron lugar inmediatamente después de que policías en activo vestidos de civil protestaran pacíficamente en el mismo lugar, en demanda de mejoras salariales.
El conflicto estalló después de que una patrulla del regimiento Colorados de Bolivia, encargado de la custodia del palacio presidencial, intentara dispersar con gases lacrimógenos a los osados colegiales que instalados en la puerta principal gritaban invectivas contra el mandatario.
Emplazados en la azotea de la cancillería, los amotinados se aliaron con los osados estudiantes lanzando granadas de gas lacrimógeno, actitud que engendró la reacción de militares que después de gritar arengas de guerra, se dispusieron a tomar la convulsionada plaza capitalina. Desde entonces, poco antes de mediodía, el enfrentamiento creció en intensidad y poco a poco se pasó de los gases lacrimógenos a la munición de guerra.
Pese a que el ministro de Defensa, Freddy Teodovic, ordenó el repliegue de los militares después de intentar pactar una tregua, los enfrentamientos se multiplicaron y una nutrida balacera conmovió la plaza que alberga a los poderes de la nación y a la sede de la Iglesia católica.
Policía y Ejército guardan una enconada rivalidad desde la revolución popular de abril de 1952, cuando proletarios y mineros apoyados por policías derrocaron al presidente Enrique Hertzog, después de enfrentarse con el Ejército, leal al gobernante.
En una situación fuera de control, militares y policías, emplazados frente a frente, los primeros en el presidencial palacio Quemado, y los segundos en la terraza de la cancillería de La Paz, donde se habían parapetado, intensificaron los combates.
Poco después de que el acorralado gobernante abandonara por una puerta secundaria la casona de gobierno, los tiroteos, que se extendieron a calles aledañas al palacio Quemado, se multiplicaron, mientras ambulancias de diversos nosocomios trasladaban heridos, en su mayoría policías. Algunos traseúntes también cayeron a causa de balas perdidas.
El caos se apoderó de la sede del gobierno boliviano, sacudida por fuertes detonaciones de armamento pesado y conmovida por el tableteo de ametralladoras. Por su parte, el presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, y los máximos responsables de la Policía y el Ejército bolivianos llamaron hoy al cese de la violencia, tras anunciar el repliegue de las fuerzas militares enfrentadas a policías rebeldes en la plaza del palacio presidencial de La Paz.
El anuncio realizado por las autoridades se produjo después que el presidente anunciara que retira el proyecto de ley del Presupuesto General de la Nación (PGN), una de las causas de la ola de violencia desatada hoy entre policías rebeldes y militares. |