Esta práctica fomentada en los últimos tiempos por algunos malos empresarios, constituye más que un fenómeno financiero, un delito de cuello blanco que requiere de la aplicación de sanciones ejemplares, porque crea desconfianza en el rumbo económico del país y envía a la cesantía a muchos trabajadores quienes, después de laborar en un negocio toda su vida, tienen que emprender el duro camino del litigio ante las instancias laborales.
Pero la quiebra fraudulenta o simulada no sólo está golpeando en Panamá a grandes consorcios y grupos económicos. Sencillamen-te estos casos son más comentados por tratarse de sumas millonarias y de personas conocidas del mundo empresarial, ya que son muchos los negocios medianos descapitalizados intencionalmente por los dueños para provocar el cierre en perjuicio de la mano de obra laboral.
Resulta traumático y doloroso ver a humildes empleados caer víctimas de las maniobras y leguleyadas de quienes, mientras fingen la quiebra de sus negocios, se dedican a acumular y trasponer cuentas bancarias, utilizando toda clase de recursos bajos y subterfugios para no enfrentar los compromisos adquiridos con sus acreedores.
A veces con un cinismo único, cuando ven sus empresas devaluadas y llenas de deudas, producto de su propia mala administración, éstos emplean el recurso de ponerlas en manos de los trabajadores para evadir el peso de las leyes. |