CULTURA
El carnaval se festeja con diversas modalidades según la región

Liliana Samuel

El Carnaval ya comenzó a festejarse en Argentina con diversas modalidades según la región y se prepara para sus días culminantes con las murgas bonaerenses, las carrozas y comparsas de las provincias del noreste y las fiestas populares y de tradiciones indígenas del noroeste.

Pese a que los días propios del Carnaval no son feriados aquí a partir de un decreto de la última dictadura militar (1976-83), durante enero y febrero los corsos se van multiplicando en distintos puntos del país.

No es igual el carnaval jujeño (1200 km al noroeste de Buenos Aires) que el correntino (300 km al noreste), el de La Rioja (oeste), que el de Entre Ríos (200 km al noreste) o el de Buenos Aires.

Aunque se festeja en varias localidades de la provincia de Entre Ríos, el gran espectáculo con un estilo "escola do samba" es el de la ciudad de Gualeguaychú, conocido como "El carnaval del país", donde todos los fines de semana del verano desfilan unos mil integrantes de cuatro comparsas que compiten para conservar su lugar el año próximo.

Desde su inauguración el 16 de enero, los organizadores estiman que unas 100.000 personas ya disfrutaron de este carnaval, lo que promedió unos 25.000 espectadores por jornada en el corsódromo situado en el Parque de la Estación de Gualeguaychú, del que según estadísticas oficiales entre 1990 y 1998, participaron cerca de 1,3 millones de almas.

También comenzaron a lucirse con sus lentejuelas y plumas los comparseros de Si-Si, Moharis y Guanabara de la ciudad de Gualeguay, con su desfile junto al río del mismo nombre, y en otras ciudades entrerrianas que son escenarios tradicionales de corsos que convocan año a año a gran público.

Un poco más al norte, en Corrientes, el carnaval comenzó el 5 de febrero. Allí el tradicional festejo tiene más de 100 años y forma parte de la cultura del lugar. El desfile de trajes y carrozas se despliega en una pista de 900 metros de longitud, donde se calculan que decenas de miles de personas se acercan a disfrutar lo que muestran los 4.000 comparseros.

En Rosario, Santa Fe (300km al norte de Buenos Aires) un "show" artístico de más de dos horas, desfile de carrozas y de los tradicionales "cabezudos" reflotarán en este 1999 los viejos corsos locales y reinstalarán la fiesta en la ciudad después de más de 30 años sin celebración.

Se destaca por lo diferente la ceremonia pagana que se desarrolla en el carnaval del noroeste de Argentina, en las ciudades de Tilcara y Humahuaca, los centros turísticos más importantes de la Quebrada jujeña, cercana a la frontera con Bolivia.

Allí se comienza el carnaval con el desentierro del Pujllay (diablo carnavalero), de la tumba que lo alberga desde el año anterior. Es entonces cuando las comparsas de diablos rutilantes en sus trajes de lentejuelas, espejos y plumas entran bailando a las calles de los poblados al son de bombos y charangos, instrumentos regionales y nativos, con ritmo de carnavalito.

Al finalizar el carnaval, el pujllay es llevado otra vez hasta el mojón y, en medio del llanto de los fiesteros, se cava un hoyo que sirve para devolver a las profundidades de la tierra al pequeño diablillo artesanal.

Durante la noche, la fiesta continúa en los "fortines", casas de familia que rotan para organizar bailes y juegos con talco, papel picado, harina, serpentina y pintura.

En La Rioja, con menos despliegue, se realiza el Festival Nacional de la Chaya, que no sólo es el nombre de un baile folclórico sino que es la misma expresión del carnaval: al grito de "chaya" se arroja agua, perfume, talco y harina.

Salta (noroeste) es otra provincia donde se hace una fiesta popular en la que participan cuarenta agrupaciones, entre comparsas y murgas, con sus respectivos disfraces, y desfilan docenas de carrozas.

La fiesta del rey Momo también sale a las calles de Buenos Aires, donde el desfile central de la carrozas pasó a un segundo plano, dejando el protagonismo a las murgas barriales y de taller, que retoman la expresión artística de origen, que les dieron al baile y a las canciones un contenido picaresco y crítico hacia las cuestiones sociales.

 

 

 

 

 

 



 

Pese a que los días propios del Carnaval no son feriados aquí a partir de un decreto de la última dictadura militar (1976-83), durante enero y febrero los corsos se van multiplicando en distintos puntos del país.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | VARIEDADES | CRONICA ROJA | EDICIONES ANTERIORES


   Copyright 1995-1999, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.