Sábado 13 de febrero de 1999

 








 

 


EDITORIAL
Arrancó el Carnaval del Milenio

Hoy, sábado, se inicia formalmente el Carnaval del Milenio, llenando de expectativas a los paisanos que confían en disfrutar del jolgorio con despreocupación, y con olvido de las cotidianas preocupaciones, reviviendo así estadios de lejana historia cuando los sometidos en esclavitud y servidumbre pudieron en las cuatro jornadas carnestolendas manifestar sus contenciones, expresando aspiraciones con remedo de personeros de cumbre; construyendo el espejismo de estadio libre que envuelve el origen de la pagana celebración.

En Panamá, en los inicios republicanos, y hasta adelantada la mitad de la centuria, los carnavales fueron celebraciones de orgullo, de prez; sus escalonamientos dividían cada jornada endosándola en definidos quehaceres, ya fuera de comparsas, de polleras, de disfraces, y en cada una de ellas, los carros alegóricos, de belleza y destreza artística, con los que se promocionaron aspectos sensitivos de la nacionalidad, de la amistad con los países vecinos, y hasta con los "zoneítas" de acentos norteños quienes desfilaron por nuestras calles enarbolando la bandera de las barras y las estrellas.

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, el Carnaval de La Victoria fue de derroche y boato inolvidable en las calles, mientras sendas figuras de los Cuatro Grandes del triunfo, Roosevelt, Stalin, Churchill y Chang Kai Shek, flanquearon las esquinas de la Plaza del Polvorín "5 de Mayo".

Ahora, un deterioro profundo acomete las celebraciones carnestolendas, y de aquellos estadios de esplendor solamente se tiene recuerdos y referencias de ancianos; hoy la fiesta se circunscribe al caminar arbitrario, sin propósito por las calles del desfile, participando en "culecos" o mojaderas, que sustituyen el perfume fino, la atención cortés de antaño, y derivar a un espectáculo de desorbitadas expresiones carnales, donde el gesto grosero, la contorsión sugerente, el estribillo de doble sentido, mueve caderas y bustos, en invitación insensata al connubio parenteral.

De igual manera, el desaforado manejo carretero lleva a los festejantes a las lejanías interioranas donde la insuficiencia de instalaciones y estructuras turísticas, se traduce en un martirologio de visitantes, mientras aquellas poblaciones soportan desplantes, abusos, intolerables comportamientos que dejan desechos, residuos, excrementos y orines, en predios, patios y jardines locales, cuyo saneamiento reclama recursos y esfuerzos de la población.

Ojalá las imágenes despreciables, ofensivas, que recogieron los camarógrafos de televisión en Las Tablas el pasado año, no se repitan; asimismo, esperamos que los nuevos controles de tránsito eviten las muertes violentas del manejo irresponsable y, por, último, que los imprevisores, despilfarradores de sus limitados ingresos, reflexionen sobre la intrascendencia de la vanidad de las paganas celebraciones de carnaval.


 

 

 



 

AYER GRAFICO
La orquesta Universal de Mojica barrió con las extranjeras en el carnaval de 1966


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, derrocho el dinero en carnaval


OPINIONES




 

 

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