Voy a un supermercado a hacer una simple compra de alimentos. En la caja me piden el nombre, cédula, lugar de residencia y teléfono.
Me quedó perplejo, porque eso no me ha ocurrido en otros lugares. Tal vez por ese reciente el negocio es que tenía tales exigencias.
Sentí que me estaban controlando. Que querían meterse en datos que no tienen que ver con una compra en un súper. Y se los dije.
Les señalé que ni en tiempos de la dictadura pedían esas cosas. Afirmé que estamos en una Democracia y podía negarme a dar esos datos, porque no sé si pueden caer en manos negativas.
Afirmé que cualquier desconocido podría averiguar mi residencia e ir a robarme.
En otro súper semanas después, compré en cinco balboas una corona de Navidad. Al hacerme la factura me pidieron el nombre. Pregunté si era para una tómbola y dijeron que no. Otra sorpresa.
Pensándolo bien en Panamá cada día que pasa hay más control sobre la vida de la gente honesta y menos de los maleantes.
Ya en las calles hay cámaras que espiarán sus movimientos. La excusa es que servirán para controlar la delincuencia.
Sin embargo, en los meses finales del año pasado lo que sobró en Panamá fueron robos y asaltos. �Y las cámaras? Espero que hayan servido por lo menos para conocer cómo ocurrió el delito.
Las benditas cámaras también las instalarán en la Universidad. Ahora podrán descubrir quiénes son los "talibanes" que con máscaras tiran piedras.
Otra medida de control ciudadano son la abundante publicidad que recibe en sus apartados postales. Alguien permite esa molestosa papelería, aunque se supone que el apartado es privado.
Añada a esto las llamadas comerciales a su teléfono personal. �Cómo saben su nombre y dirección? Imagino que hay personas que se la pasan revisando directorios para conocer su teléfono.
Por lo visto, cada día el ciudadano panameño pierde su privacidad. Por eso a veces es víctima de estafas que incluso le llegan a su celular, el artículo de comunicación más personal que hay.
Cualquier sean las razones de seguridad, creo que algunas veces se exagera y se meten en nuestra vida privada. Yo rechazo que al comprar en un supermercado tenga que decir dónde vivo y mi nombre.
Como está la delincuencia, hay que cuidarse mucho.