Estamos en la antesala de las festividades del carnaval y como todos los años los panameños nos preparamos para celebrar cinco días de diversión y alegría donde no habrá diferencias de posición social, procedencia o pensamiento político.
Si bien es necesario distraer la atención de las obligaciones diarias, también lo es que debemos evitar los excesos y las situaciones que comprometan nuestra honra, seguridad y salud, sobre todo cuando estamos inmersos en situaciones donde impera la relajación de las costumbres y fácilmente los principios pueden ser olvidados.
Por eso, desde esta tribuna, queremos hacer un llamado a todos nuestros compatriotas, extranjeros residentes en el país y visitantes, para que comprometan su más positiva energía en llevar adelante unos carnavales en orden, bajo las más elementales normas de respeto y buenas costumbres, demostrando además tolerancia y control de las emociones.
Todo lo anterior es motivo para que las orientaciones de las autoridades sean seguidas y respetadas, porque en manos de sus representantes, queda el deber de custodiar las carreteras, los balnearios, los centros de diversión y los cuartos de urgencia de los hospitales.
Quienes se desplacen al interior del país deben tomar las debidas precauciones en sus residencias y tener la precaución de desconectar los aparatos eléctricos, los tanques de gas de cocina, así como también asegurarse de dejar sus puertas bajo varias vueltas de llave y solicitar el apoyo de algún vecino o familiar para la custodia de los objetos de valor.
Las festividades de este año han de representar un alto en el proceso productivo de la nación, pero al regreso del jolgorio, del bullicio, la mascarada, de los culecos, de los desfiles, de los centros de diversión y los bailes, debemos estar en plenitud de formas para enfrentar con nuevos bríos nuestras obligaciones particulares.
Debemos reconocer a la junta organizadora de estos carnavales del 2006, su excelente desempeño y su notoria eficiencia. A pesar de ciertos inconvenientes, por fortunas pasajeras y comprensibles, lograron mantener cohesión y diligencia en sus responsabilidades.
Este grupo de panameños, en breve tiempo trazó las nuevas rutas, ubicaron los puestos de venta de comidas y bebidas, concedieron los permisos respectivos y establecieron los contactos con los cuerpos de seguridad.