Muy seria, la señora me miró y dijo: "Ya no es como antes. El respeto no es igual". El rostro de la dama mostraba decepción. Extrañada por la sentencia, exclamé: "Bueno, es cierto. La gente es distinta".
El tema del respeto preocupa a las personas que crecieron en otro ambiente.
Especialmente aquellas que les enseñaban a respetar a sus mayores.
Para estos hoy adultos, la obediencia y aprecio a los consejos de padres o abuelos orientaban sus pasos en la vida.
Algunos consideran que gracias a estas palabras sabias han tenido éxito en su desarrollo personal.
Incluso, señalan que la admiración que despertaba el esfuerzo con que estos seres queridos habían formado una familia era el mejor ejemplo para fundar la propia.
"Antes se esmeraban por hacer las cosas bien. No se negaban a realizar un trabajo, pero ahora muchos se ofenden y expresan que no tienen por qué hacer labores que no les corresponden, como limpiar su oficina cuando falta el aseador".
Indicó con tristeza la mujer.
Otros se burlan del jefe e ignoran su mandato, y hay quienes abusan de la confianza depositada en ellos por sus superiores.
Las costumbres cambian según el tiempo en que se Viva, Crítica en Línea, manifiestan a manera de explicación los que quieren justificar la malacrianza y groserías. Pero quienes no aceptan esta forma de actuar, insisten en que es una falta de valores en la crianza.
Una mayoría de individuos se niega a aprender lo correcto. No sólo por rebeldía, sino por imponer su criterio a la fuerza hasta hacerlo hábito.
Esta ausencia de respeto es la muestra de salvajismo en que está cayendo el ser humano, gracias a una sociedad cada vez más indiferente consigo misma.
Como dice mi madre: "El mundo no está loco, sino la gente".
