Hoy los pueblos tableños inundan sus calles con los colores y las formas de su majestad "La pollera", pues por tradición este es el día en que las santeñas dedican a exaltar la tradición del vestido típico más elaborado y fino del mundo.
Para los pueblos santeños, lucir la pollera el Martes de Carnaval resulta un elogio, por suponerse que esta última jornada de los cuatro días de fiesta, debe ser la bien elaborada y mejor presentada y qué mejor que darle valor a un símbolo de tanta importancia como el traje, que según han escrito en sus poemas algunos poetas embellece a la mujer más sencilla.
Uno de los puntos en donde más se resalta esta tradición es Santo Domingo de Las Tablas, en la que años tras años se dan cita cientos de empolleradas, que al caer la tarde llenan de color las calles de este pequeño pueblo, en donde la confección de la pollera y las sonido del tamborito encontraron su cuna, allá cuando se iniciaba el período colonial.
Niñas, mujeres jóvenes, señoras e incluso generaciones de mujeres en donde abuelas, hijas y nietas salen a pasear la belleza de los vestidos, que muchas veces son sacados del baúl oloroso a alcanfor y que pasarán de una generación a otra.
Mientras en el pueblo de Las Tablas, desde temprano ambas soberanas, María Laura en Punta Fogón y Reneé Alejandra en La Bolívar, lucirán hermosas polleras que se han convertido también en parte de los secretos que celosamente guardan ambos bandos.
A son de caja y tambor las mujeres con mazos de velas a la antigua usanza se pasearán luciendo con orgullo la prenda de vestir que le logró la fama por su belleza. Y entre la nostalgia de la despedida de cuatro días de alegría a la pollera, le corresponde cerrar esta celebración que para muchos es la más esperada y la única de todo el año, en la que se olvidan las tristezas.