Sábado 13 de marzo de 1999

 








 

 


MENSAJE
Palabras de ayer y de hoy

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

El hombre, de rostro bello y sereno, tomó la pluma en sus manos. En seguida escribió sobre el terso material que tenía delante: &laqno;¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!» (Isaías 5:20).

Otro hombre también se sentó a escribir, y tomando su pluma escribió sobre el terso material que tenía delante: &laqno;Buenos autores, que alguna vez conocieron buenas palabras, hoy escriben obscenidades. El mundo se ha vuelto loco, y llaman a lo bueno malo, a lo blanco negro, y a las tinieblas luz. Porque todo pasa...»

El primer hombre era el profeta Isaías, quien escribió en el año 732 antes de Cristo. El segundo era Cole Porter, músico y poeta norteamericano, quien escribió en 1934. Hubo dos mil seiscientos sesenta y seis años de separación entre uno y otro, pero ambos trataron el mismo caso, el mismo problema, el mismo mal.

Si nos tocara escoger una sola característica mala que tiene la sociedad actual, sería su completa trastrocación de los valores. Igual que en los tiempos de Isaías, igual que en los tiempos de Jesús, igual que en los tiempos de Galileo, lo malo se da por bueno, lo amargo por dulce, lo blanco por negro, y viceversa.

Hoy en día no hay ninguna norma absoluta, ninguna regla fija en nuestra sociedad, que sirva para establecer una pauta para regir nuestra conducta sin desviaciones, falsificaciones o tergiversaciones.

Cualquier cosa es buena si trae placer y bienestar. El sentido moral no cuenta; la ley de Dios se ignora, las enseñanzas de Jesús se pasan por alto. Cualquier cosa ha llegado a ser cualquier cosa, y la única moral que prevalece es la moral de la selva: &laqno;Si una cosa te gusta, apodérate de ella, aunque tengas que matar a su dueño.» Así reza la moral de la selva que ahora es la moral de las ciudades más civilizadas.

Del libro de los Proverbios, en la Biblia, tomamos estas palabras: &laqno;¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune (Proverbios 6:27-29).

Sólo Cristo puede enderezar lo torcido y componer lo descompuesto. Él es el único que puede salvarnos del mal y librarnos del juicio final.

 

 

 

 

CULTURA
Actores cibernéticos reemplazan a los seres humanos en las películas

 

PRIMERA PLANA | PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | CRONICA ROJA | EDICIONES ANTERIORES


   Copyright 1995-1999, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.