MENSAJE
Palabras de ayer y de hoy
- Hermano Pablo,
- Costa Mesa, California
El hombre, de rostro bello
y sereno, tomó la pluma en sus manos. En seguida escribió
sobre el terso material que tenía delante: &laqno;¡Ay de los
que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por
luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por
amargo!» (Isaías 5:20).
Otro hombre también se sentó a escribir, y tomando su pluma
escribió sobre el terso material que tenía delante: &laqno;Buenos
autores, que alguna vez conocieron buenas palabras, hoy escriben obscenidades.
El mundo se ha vuelto loco, y llaman a lo bueno malo, a lo blanco negro,
y a las tinieblas luz. Porque todo pasa...»
El primer hombre era el profeta Isaías, quien escribió
en el año 732 antes de Cristo. El segundo era Cole Porter, músico
y poeta norteamericano, quien escribió en 1934. Hubo dos mil seiscientos
sesenta y seis años de separación entre uno y otro, pero ambos
trataron el mismo caso, el mismo problema, el mismo mal.
Si nos tocara escoger una sola característica mala que tiene la
sociedad actual, sería su completa trastrocación de los valores.
Igual que en los tiempos de Isaías, igual que en los tiempos de Jesús,
igual que en los tiempos de Galileo, lo malo se da por bueno, lo amargo
por dulce, lo blanco por negro, y viceversa.
Hoy en día no hay ninguna norma absoluta, ninguna regla fija en
nuestra sociedad, que sirva para establecer una pauta para regir nuestra
conducta sin desviaciones, falsificaciones o tergiversaciones.
Cualquier cosa es buena si trae placer y bienestar. El sentido moral
no cuenta; la ley de Dios se ignora, las enseñanzas de Jesús
se pasan por alto. Cualquier cosa ha llegado a ser cualquier cosa, y la
única moral que prevalece es la moral de la selva: &laqno;Si una
cosa te gusta, apodérate de ella, aunque tengas que matar a su dueño.»
Así reza la moral de la selva que ahora es la moral de las ciudades
más civilizadas.
Del libro de los Proverbios, en la Biblia, tomamos estas palabras: &laqno;¿Puede
alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien
caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta
con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune (Proverbios 6:27-29).
Sólo Cristo puede enderezar lo torcido y componer lo descompuesto.
Él es el único que puede salvarnos del mal y librarnos del
juicio final.
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