EDITORIAL
No hay peor ciego que el que no quiere
ver
Obligados por las circunstancias
los médicos panameños realizaron ayer una marcha de protesta
para entregar al presidente de la República un documento que detalla
la crisis en el sector Salud en general y del Hospital Santo Tomás,
en particular.
La tozudez de la ministra de Salud y otras autoridades al calificar
de política el movimiento de los médicos, ha provocado la
citada manifestación pública. A pesar de que en diferentes
medios de comunicación se han mostrado imágenes de la grave
crisis que atraviesa el otrora "elefante blanco", las autoridades
de Salud han preferido la confrontación con los facultativos haciendo
caso omiso de las advertencias del deterioro creciente, del que fuera nuestro
primer centro de salud.
A parte de ello, la ministra enfrenta los cuestionamientos de la Asociación
de Odontólogos, quienes rechazan la aplicación del flúor
en la sal, añadiendo que se debe usar es en el agua, ya que tiene
un costo irrisorio. Lo más prudente sería que el propio presidente
de la República efectuara una visita sorpresiva al Hospital Santo
Tomás, para que se diera cuenta de las deplorables condiciones de
ese hospital. Ello le permitiría comprobar el estado paupérrimo
de ese centro de salud, ya que parece que malos asesores no lo enteran de
la realidad del asunto.
Los aduladores son la perdición de los buenos dirigentes y el
mandatario debe sacudirse de aquellos consejeros y colaboradores que no
le permiten ver lo que realmente acontece. El país no se puede estar
gobernando con prepotencia ni arrogancia. Si el jefe del Ejecutivo quiere
terminar airoso su gestión administrativa, debe escuchar al pueblo,
y no empeñarse en oír tantas opiniones erráticas de
un grupito de privilegiados que han empañado su quinquenio. No es
aconsejable que finalizando su mandato el presidente siga abriendo más
trincheras de descontento popular. En todo caso a quien le hace más
daño es al candidato del oficialismo, que muchos estiman es el candidato
del continuismo.
Las pésimas condiciones del sector Salud y Educación
no varían en nada el que estemos en un período electoral,
ya que no se dan soluciones efectivas. Ni siquiera el gobierno ha dicho
que como paleativo va a hacer más de las partidas discrecionales,
cuyos fondos se manejan misteriosamente.
Los médicos con gran responsabilidad, han dicho que no piensan
declarar una huelga. Pero no los empujen a ella. Esto sería catastrófico
para el pueblo, que el gobierno parece olvidar que es el que aporta votos
de castigo.
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