A todo lo largo de la Carretera Panamericana, desde Chiriquí hasta Arraiján, hay cientos de puestos de agricultores panameños que tratan de vender sus productos a los transeúntes que pasan por la importante vía. De repente, frente a Capira, varios camiones de carga, en amenazante convoy procedente de Estados Unidos, vienen con frutas, arroz, harina y otros rubros que fueron comprados por supermercados en Panamá a un precio muy barato.
Tristes, los agricultores del Mercadito de Capira ven la llegada del Libre Comercio con los gringos, ahora más, que se acerca un futuro pacto bilateral económico.
En otro lado, esta vez en Marbella, un grupo de jóvenes panameños trata de conseguir una plaza de trabajo en un banco. Aunque los chicos han estudiado banca y mercadeo en universidades privadas, otros en el extranjero gracias a becas, son desplazados por profesionales estadounidenses, canadienses y de Sudamérica. "Señores, váyanse que contratamos ya a un profesional de EEUU. Lo sentimos mucho", dice el supervisor a los jóvenes en esa empresa, quienes con caras desilusionadas vuelven a la lepidia del desempleo.
�Esto es lo que queremos para con los panameños? �Queremos realmente un tratado de libre comercio con Estados Unidos? Indudablemente, nuestra relación con la Unión Americana es importante para nuestro desarrollo. Un buen legado de la presencia norteamericana en el siglo pasado fue la circulación legal de dólar, de que algunos profesionales istmeños sepan algo de English o de comenzar los primeros pasos para transformar al istmo en un centro de conexiones comercial, gracias al Canal Interoceánico.
Pero un pacto bilateral de libre comercio implica sacrificar el sustento de vida de miles de panameños, campesinos que perderán competencia frente al Coloso norteño y su subsidiada producción agrícola. �Y qué decir de la desleal competencia de profesionales estadounidenses que vendrán a quitarles el empleo a los abogados, publicistas, corredores de bienes y raíces, empresarios, periodistas, diseñadores gráficos, contratistas, trabajadores, transportistas, etc.?
Igualmente, el Gobierno de George W. Bush debe flexibilizar su ley migratoria. Que se permita la eliminación de las terribles normas de visado a los panameños, pero claro, cuando un gringo viene a Panamá, se le tira la alfombra roja de bienvenida. Recordemos que Estados Unidos ha firmado con Canadá, la Unión Europea y Japón, un acuerdo especial que elimina el proceso de visas de salida y entrada a territorio norteamericano. Pero cuando un profesional o comerciante latinoamericano llega a Miami, por ejemplo, se le imponen restricciones de todo tipo.
Un TLC con EEUU implica cambiar varias legislaciones que al final afectarán a Panamá, provocando el incremento de la desocupación laboral. De seguro Washington pedirá al Gobierno de turno en Panamá que elimine subsidios a los campesinos del Azuero, Coclé, Veraguas y Chiriquí.
