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Sin embargo, dejo que mi hijo sea maleante

Redacción | Cr�tica en L�nea

Se ha hablado mucho de la "desintegración familiar" usando como ejemplo los casos en que el padre abandona a la mujer y a los hijos. Pero hay otro tipo de desintegración: aquella en que el rol de los padres y madres queda tan distorsionado y torcido, que en vez de formar hombres y mujeres que sirvan a la sociedad en que viven, crean "maleantes": .

Aquí lo que se desintegra no es el tamaño numérico de la familia, sino su base moral. Los propios cimientos de la institución familiar quedan pisoteados por el ventajismo, la ambición, la búsqueda de dinero fácil a toda costa y en última instancia, el delito y la violencia.

A�OS ATRAS,
En nuestros barrios populares estamos viendo a padres y madres apadrinando las actividades delincuenciales de sus hijos, incluso tratándose de jóvenes menores de edad.

Padres que introducen a sus niños en el negocio de la venta de drogas al detal. Padres que le enseñan a sus hijos todos los detalles sobre cómo asaltar. Padres que explican a los pequeños cómo romper las ventanas de un auto para extraer el equipo de sonido.

En casos extremos, hasta les ponen las armas en sus manos y les enseñan a utilizarlas.

Hay quienes justifican esto como una medida de "autoprotección", señalando lo siguiente: "para que me maten a mi hijo, mejor que este mate al hijo del vecino".

Esto es una verdadera tragedia. Lo que ignoran estos padres es que tarde o temprano, la violencia los tocará a ellos. Tarde o temprano, serán sus propios hijos los que caerán abatidos en algún callejón.

Ya basta de tanta violencia e inconsciencia. Los padres tenemos la responsabilidad primaria de velar por la seguridad de nuestros hijos, pero enseñándoles a alejarse de la violencia y el delito, no propiciándola.



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