Era una de esas noches parecidas a las de quincena. No hay plata recién cobrada, pero sí mucha gente que la suelta.
Abarrotados estaban los restaurantes, fondas y las cantinas de la manzana. De estas últimas, unos salían más sobrios, sin embargo había muchos que el vicio los arrastraba. �No podían ni con su vida!
Eran las 10:15 de la noche. A esa hora seguían llegando otros; para ellos, la farra apenas empezaba.
Testigo era la muchedumbre que apostada en las aceras -no faltaban los que preferían estar en la misma vía- esperaban por un transporte.
�Ya se ubica en el lugar? Es la Calle 25 de Calidonia y sus alrededores. Es jueves. Había una larga fila de más de 60 personas. Estaban cansados y ansiosos, al menos eso reflejaban los rostros. Algunos lo decían: "Llevo 45 minutos aquí parada", se quejó la mujer vestida de enfermera. A la cola se acababa de sumar un grupo de cinco hombres jóvenes. Sus uniformes se parecían a los de los "bartender's" de hoteles o casinos.
"Estoy ahorrando para comprarme mi carro", reveló uno, al tiempo que otro parecía restarle la ilusión: "Chu.. con la gasolina tan cara, �'tas pensando en comprar carro?".
"Po, po, po", es el ruido que irrumpe la conversación. Era la bocina de un busito pirata. Las miradas de los que lo esperaban se fijaron en él, más solo cabían 15.
- "�Chorrera directo a uno cincuenta!", grita el pavo.
Entre los que abordaban el transporte, se coló un borracho. Todos se percataron, menos el conductor. �l se enteró después de que sintió el hedor a vómito.
-"Papi, tranquilo", le gritó una negra al pirata. "El vomitó dentro de su bolsa. �Dale pa' lante que yo quiero llegar a mi chantin, �arranca!".