La quema es una costumbre de antaño para preparar el suelo para la siembra. Muchos agricultores queman por tradición.
Al quemar, ahorran mano de obra porque invierten poco trabajo o no pagan por la limpia de la parcela.
Expertos aseguran que la preparación del suelo para la siembra es más rápida. El fuego mata las plagas del suelo y quema las semillas del monte. Nuestros antepasados creían que al pegarle fuego al terreno daban vigor a la madre tierra. Gracias a los adelantos en la ciencia, se ha descubierto que el nitrógeno es un elemento que da fuerza a las plantas y mantiene verdes sus hojas. Al quemar, el nitrógeno que está en el suelo se pierde en forma de gas por el calor del fuego. Por eso, quien quema le produce más daño que beneficios al suelo y al lugar. Además, empobrece el suelo y le hace perder su fertilidad natural.
El fuego necesita oxígeno para arder, por eso el suelo se asfixia o sofoca. Al quemar mata microbios y animalitos que ayudan a mantener a su tierra fresca, a los insectos benéficos, que se comen las plagas de los cultivos y de los animales. Esa es una de las causas de que las garrapatas se vuelvan cada día más difíciles de controlar.