domingo 19 de abril de 2009

 

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A una década del secuestro

Aet Elisa Tejera C. | Crítica en Línea

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Nicolás Perez recuerda que leía la portada del periódico El Espectador y de repente un movimiento brusco lo sorprendió: eran los secuestradores que se tomaban la nave. (Foto: José Sáenz )

"Voy y vengo", así se despidió Nicolás Alberto Pérez de su esposa Idalia el 5 de abril de 1999, pero regresó un año y dos meses después. El destino le jugaría una mala pasada, algo así como una película de terror.

Nicolás, un agente vendedor de la Zona Libre de Colón, era una de los pasajeros del vuelo 9463 de Avianca, que fue secuestrado el 12 de abril de 1999, por guerrilleros colombianos del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El avión Fokker 50 de Avianca, que cubría la ruta entre Bucaramanga y Bogotá, ese día iba repleto. Transportaba a 40 pasajeros, cinco tripulantes y cinco secuestradores, recuerda el vendedor de Zona Libre a una década del suceso.

"Aquel lunes, llegué al aeropuerto de Bucaramanga a las 5: 30 am, pues estaba en lista de espera y me urgía llegar a una reunión de negocios en Bogotá a la 1: 00 pm; sin embargo, nunca llegué".

Los guerrilleros del ELN, quienes en un principio se identificaron como miembros de la Autodefensa Unida de Colombia (AUC), iban a secuestrar el primer avión que salía a las 7: 00 am, porque era más grande y viajaban unos congresista, pero los planes cambiaron, relató Nicolás.

"Mientras esperaba para abordar el segundo vuelo, decidí tomarme una taza de café colombiano, que me encanta. Frente a mí estaba uno de los secuestradores vestido de sacerdote con un maletín entre las piernas, situación que me llamó poderosamente la atención, porque éste no hablaba con nadie".

Los minutos seguían corriendo y Nicolás no se imaginaba que ese sacerdote, dos hombres vestidos de saco y corbata, un deportista con sus implementos de tenis y uno de civil, serían quienes cambiarían su destino.

"DIOS, QUE PASO AQUI"
Y es que, a pocos minutos de iniciar el recorrido por la pista, los seis secuestradores, fuertemente armados, se tomaron el avión y le indicaron al piloto las coordenadas que debía seguir.

Nicolás, a quien siempre le gusta viajar en los puestos del pasillo, recuerda que leía la portada del periódico El Espectador y de repente un movimiento brusco lo sorprendió: eran los secuestradores que se tomaban la nave.

El avión aterrizó en un pantano, era una pista clandestina utilizada por los narcos para sacar los cargamentos de cocaína de la serranía de San Lucas.

Allí, con lodo hasta los tobillos y el avión rodeado de guerrilleros, nos transportaron en dos camiones hasta un pueblito llamado San Pablo.

"El Pana", como lo bautizaron por su nacionalidad, recuerda que eran las 2: 00 pm cuando llegaron a la casa de un campesino en donde se pudieron bañar en el río y tomar un poco de agua.

Las horas seguían pasando y "El Pana" aún no asimilaba la película de terror de la que era uno de los protagonistas.

El jefe de la guerrilla entrevistó a cada uno de los secuestrados y mientras esperaban su turno, les pusieron un televisor, que funcionaba con una planta eléctrica, pues en el pueblo no había energía, para que conocieran la versión que tenían los medios de la desaparición del Fokker 50 de Avianca.

Tres días después del secuestro, el 15 de abril, recuperaron la libertad siete personas, entre ellos adultos mayores, una mujer embarazada y un menor.

Los guerrilleros hicieron diversos grupos, los cuales fueron liberando dependiendo de las circunstancia.

Pérez fue uno de los últimos en ser liberado. �l estaba en el grupo de los "más importantes" (empresarios y un congresista ) según los guerrilleros colombianos.

Inicialmente, el ELN pidió un rescate de $2 millones por la liberación del panameño, pero sus familiares siempre le aclararon a través de mensajes a los guerrilleros que Nicolás Pérez no era un empresario, sino un vendedor de la Zona Libre y que no tenían recursos.

"Siempre había que cuidar lo que decíamos, porque una mala palabra ponía en riesgo la vida de mi padre", recordó Mauro, el hijo mayor.

ARROZ BLANCO Y CAFE
Durante todo el tiempo en cautiverio el menú era arroz blanco y una taza de café, muy esporádicamente un pedazo de carne.

Los animales para comer están escasos, vives con las serpientes, los grandes arbustos tapan los rayos del sol y el frío es insoportable".

"En la selva conocí a Dios", él y la esperanza de volver a ver a mi familia me mantuvieron con vida. Estar secuestrado es algo horrible que nadie tiene la menor idea de lo que es hasta que lo vives".

El programa "Las voces del secuestro", que transmite Radio Caracol las madrugadas de los sábados, fue otro rayo de esperanza en la vida de "El Pana", ya que a través de éste sabía de su familia.

Aunque nunca los torturaron "El Pana", asegura que la presión psicológica era muy fuerte, porque la vida en la selva y en manos de la guerrilla es una trampa de muerte.

"El secuestro es una película que viven los colombianos a diario, pero con autores diferentes y ahora esa realidad no tocó a nosotros en Panamá", agregó Alex, el hijo menor de Nicolás que en ese entonces tenía 14 años.

LIBERTAD
Idalia, una mujer con una serenidad impresionante, recuerda cada detalle del secuestro de su esposo. Ella, junto a sus hijos Mauro y Alex, subió y bajó escaleras en Panamá y Colombia para lograr la liberación de su compañero y padre de sus hijos.

La liberación de Nicolás se dio el 10 de junio del 2000, gracias a las negociaciones del Defensor del Pueblo, �talo Antinori.

Después de varios meses en cautiverio, un médico que llevó la guerrilla para que nos examinara me entregó una tarjeta que era del Defensor y decía: "Estoy luchando por su liberación, tenga fe" y nunca se me olvidarán esas palabras, porque fueron una luz de esperanza para regresar junto a los míos".

"La última vez que hablé con Nicolás fue por teléfono el 8 de abril, cuando cumplía 40 años y ahora esa frase: "Voy y vengo", le tengo prohibida que me la diga cuando se va de viaje tanto a él como a mis hijos", aseguró Idalia.

A una década de su secuestro, Nicolás, quien continúa trabajando como agente de viajes, pero ahora para la empresa Maxtor International, recuerda aquellos momentos que vivió con sus cinco compañeros de cautiverio quienes por 420 días se convirtieron en más que una familia.

EL DIA DE LA LIBERACION
El guerrillero Ever Castillo Sumaleva, alias "el Gallero" y quien fue condenado a 39 años de prisión por este secuestro, fue el encargado de notificar y entregar a Nicolás Pérez el día de su liberación.

 

    TITULARES

Lo bautizaron "El Pana" Se encontró con Dios

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Rescate del olvido: Daniel Richards






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