Usuarios de la piquera El Parador, en Pedregal, se quejan de que sus vidas peligran porque tienen que andar colgando de los buses.
Aparentemente las chivas que prestan el servicio son pequeñas para la cantidad de gente que las utiliza en las mañanas para ir a sus trabajos y en el apuro y desesperación por conseguir un cupo en el vehículo, se cuelgan hasta de las ventanas.
"Poco falta para subirse al techo", dijo Pedro Berríos Alonso, de 31 años, quien sufrió hasta una raspada al golpearse con la hojalata de la chiva cuando ésta arrancó.
Los usuarios piden compasión.