Sábado 24 de abril de 1999

 








 

 


MENSAJE
El Porqué de los fracasos matrimoniales

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

Al cumplirse un año de vigencia de la Ley del Divorcio de Italia, país tradicionalmente religioso, se habían presentado en los tribunales más de cincuenta mil casos de divorcio de hecho, que buscaban legalización. Esto ocurrió en un país donde se supone que las enseñanzas de la Iglesia tienen más peso que en ningún otro, por estar allí la sede mundial del catolicismo.

Sin embargo, a soslayo de las ordenanzas de la iglesia, la gente sigue divorciándose y recasándose de hecho una, y dos y varias veces. Aquí en las oficinas de la Asociación Hermano Pablo recibimos diariamente cartas de todas partes. La mayoría de ellas son cartas dolorosas, desgarrantes, que presentan casos de fracasos matrimoniales y hogares desbaratados.

Si entresacáramos las palabras que denotan causas de divorcio, entre ellas figurarían dinero, alcoholismo, adulterio, monotonía, indiferencia, y brutalidad. Una señora dice que su esposo ha llegado al colmo de traer la concubina a la casa. Un hombre pregunta si puede hacer que su esposa legítima se haga cargo de los seis hijos que tiene con le ilegítima, y abundan más ejemplos como estos.

¿Cuál es la causa de toda esta confusión? Las palabras que he mencionado responden a una causa más grande y anterior a ellas. La infidelidad no es causa sino efecto. El desenfreno sexual no es causa sino efecto. La borrachera tampoco es causa sino efecto. ¿Cuál, entonces, es la causa? Es un corazón que cree poder vivir sin Dios. Es una mente que está alejada de la única verdad. Es una vida que se lleva lejos de Dios y de su Espíritu. Quítese a Dios de la vida del hombre, y lo que queda es una vida frustrada, vencida, incompleta y plagada de concuspiscencias.

No vayamos en contra de la naturaleza de nuestra alma. Ciñámonos a Dios. Reconozcámoslo en todos nuestros caminos. Démosle la mano y permitámosle que dirija nuestros pasos. Sólo quien vive en Cristo, por Cristo y para Cristo se ve libre del fracaso matrimonial y más aún al fracaso humano.

 

 

 

 

REFLECTOR
Vía España

 

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