Secreta bomba de grafito fue usada
en ataques de la OTAN
Washington
AFP
El ataque de la OTAN que
bloqueó la mayor parte de la energía eléctrica en Yugoslavia,
levantó el velo sobre un arma secreta cuya existencia nunca había
sido revelada: la bomba de grafito.
Los portavoces de la OTAN y del Pentágono dijeron solamente que
un arma especial fue usada por primera vez en los ataques al sistema eléctrico
en la noche del domingo.
Fuentes diplomáticas en Bruselas la identificaron como la bomba
de grafito, una versión mejorada de la bomba usada por primera vez
en 1991 en la Guerra del Golfo para obstruir el sistema energético
de Irak.
"Es un arma secreta, cuya existencia no había sido admitida
previamente", dijo John Pike, un experto en tecnologías militares
de la Federación de Científicos Estadounidenses.
Pike especuló con que probablemente se trate de una bomba guiada
por satélite que contiene cientos de kilos de grafito en polvo con
carga explosiva.
Un altímetro puede ser usado para detonar la bomba a una cierta
altura sobre una estación generadora de electricidad, esparciendo
el grafito en una nube de varios centenares de metros de extensión
que se asienta luego sobre el área elegida.
El efecto puede ser como "lanzar un fósforo encendido en
un depósito de gasolina", agregó Pike.
"Básicamente, puesto que el grafito es un conductor, este
polvo produce cortocircuitos en la estación transmisora, por lo que
ésta queda fuera de servicio, y se queman importantes componentes
de la estación", según Pike.
Los cortocircuitos dañan permanentemente los equipos de la estación.
La corriente eléctrica puede ser restablecida si existen otras estaciones
transmisoras y equipos de reserva, que permitan redistribuir la energía,
dijo Pike.
El experto afirmó que la bomba de grafito es aparentemente una
versión mejorada de la bomba usada en la Guerra del Golfo. Esta bomba
hacía llover láminas de metal en lugar de grafito sobre las
estaciones generadoras de electricidad para causar los cortocircuitos.
"Aparentemente, decidieron que el polvo de grafito es un medio
más efectivo de hacerlo", dijo.
"En menos de un minuto los militares serbios mataron el sábado
primero de abril a mis tres hermanas y a otros siete menores", denuncia
Dren Caka, un niño albanés de 10 años, rescatado de
Djacovica (sur de Kosovo), actualmente atendido en el hospital militar de
Tirana.
"Dando gritos y furiosos, seis militares serbios entraron en nuestra
casa el sábado a la una de la mañana. Nos pidieron sentarnos
en sillas y sofás y comenzaron a disparar", prosigue Dren, antes
de estallar en sollozos.
"Primero mataron a mi prima de 13 años, después dispararon
contra Dalina, mi hermana de 8 años, luego contra Delvina, mi hermana
mayor de 13 años. Después mataron a mi mamá disparándole
por la espalda cuando se hallaba de rodillas tratando de ponerle los pantalones
a mi hermanita de dos años. Era el día de su cumpleaños",
cuenta.
Dren, que recibió un balazo en el brazo, señala que simuló
estar muerto. Un poco después los militares prendieron fuego a las
cortinas de la casa. El chico pudo escapar por la ventana. Afirma que trató
de llevarse en sus brazos a Dianaque gemía aún. "Pero
mi brazo me dolía demasiado ... entonces corrí solo hacia
la casa de mi tía, a unos 50 metros".
19 albaneses, de los cuales 11 menores, se hallaban escondidos en esa
casa de Djakovica en medio de un barrio donde viven numerosos serbios y
donde pensaban estar en seguridad.
"Primero me atendieron en Kukes (norte de Albania) y ahora estoy
aquí en Tirana", indica el niño, cuyas declaraciones
fueron recogidas por un representante del Tribunal Penal Internacional (TPI).
Su padre Ali Caka, soldado del Ejército de Liberación
de Kosovo (UCK), abandonó las armas al enterarse de la tragedia de
su familia. Este ex chofer de taxi de 60 años se reunió con
su hijo en Tirana. "Eramos una familia feliz, mi mujer profesora de
música tocaba el piano, los niños eran felices y nos gustaba
la vida. De toda mi familia sólo queda ahora Dren", dice.
Ese niño sufre hoy de "un síndrome sicotraumático
crónico", estima uno de sus médicos, el doctor Lurieta
Peci. Bren tiene un enorme sentimiento de culpabilidad por no haber podido
ayudar a sus seres queridos. Se niega obstinadamente a mirar las fotos de
su familia y prohibe a su entorno pronunciar la palabra "mamá".
En la habitación donde se halla, dibuja en negro y rojo una casa
en llamas, rodeada de tanques y hombres en uniforme negro. "¿El
rojo puede cubrir el negro?", pregunta, abriendo sus ojos.
Cada noche Dren Caka se despierta asustado por el más mínimo
ruido. Dice que oye aún los llantos de su hermanita. En medio de
sus pesadillas grita: "los soldados, llegan los soldados, están
aquí...".
|