FARC acude por primera vez a negociar
la paz
Bogotá
AFP
Luego de 35 años de
ininterrumpida y sangrienta lucha armada, la más antigua guerrilla
izquierdista de América Latina, las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC, marxista) acude por primera vez a partir de hoy jueves
a una mesa formal de negociación de paz, impulsada por el tozudo
empeño del presidente Andrés Pastrana.
Pese a varios intentos realizados con gobiernos anteriores, hasta ahora
las FARC no habían llegado a una etapa de negociación de paz
propiamente dicha, pues los procesos fracasaron básicamente cuando
se les exigió un cese del fuego.
Al contrario de esas experiencias, en esta ocasión Pastrana ha
aceptado "buscar la paz en medio de la guerra", como él
mismo lo ha manifestado, aunque también ha dejado saber que la primera
prioridad de la negociación de paz es "humanizar la guerra"
mientras se negocia su fin.
Pero las FARC ya han puesto sus cartas sobre la mesa en ese sentido al
advertir que así firmen un acuerdo de paz, mantendrán las
armas como "garantes del cumplimiento" de ese compromiso por parte
del Estado. De alguna forma ese compromiso ya quedó sellado con el
pacto suscrito la semana pasada por el gobierno de Pastrana, los líderes
de los partidos y grupos políticos y el líder y fundador de
las FARC, el septuagenario y mítico Manuel Marulanda ("Tirofijo"),
que se comprometieron con una "política de Estado para la paz".
Así las FARC se aseguraron que de llegarse a un acuerdo de paz
con Pastrana, éste se respetará y desarrollará por
encima de los gobiernos futuros, toda vez que todas las partes son conscientes
-así lo ha reiterado insistentemente el mandatario y el grupo insurgente-,
que la consolidación de la paz será un proceso largo y que
exigirá sacrificios.
Ese pacto fue el que en definitiva dio un decisivo impulso al proceso
iniciado por Pastrana con las FARC, y evidentemente precipitó la
decisión del grupo rebelde a iniciar la etapa de negociación
formal de paz. Pese al corto tiempo transcurrido desde que en julio pasado,
una vez electo presidente y aún sin asumir el cargo -en un hecho
sin precedentes con sus antecesores- Pastrana viajó a la selva para
entrevistarse con Marulanda y proponerle el diálogo, el camino ha
sido difícil, con sobresaltos y hasta sangriento.
Con el encuentro con el jefe del principal y más beligerante ejército
rebelde del país que desde 1964 lucha por instaurar un Estado socialista,
Pastrana, abogado y periodista de 44 años e hijo de un ex presidente
de la República, le mostró a los colombianos hasta dónde
estaba dispuesto a llegar en su empeño por conseguir la paz.
Desde el pasado 7 de noviembre Pastrana le entregó al grupo insurgente
-inicialmente por tres meses- el control de 42.000 km2 de las selvas del
sur del país, exigidos por Marulanda como zona de seguridad para
dialogar.
En efecto, en esa región se iniciaron los diálogos el pasado
7 de enero, pero 18 días después las FARC los suspendieron
unilateralmente exigiéndole al mandatario una estrategia "eficaz"
contra los grupos paramilitares de extrema derecha y un decidido compromiso
por la defensa de los Derechos Humanos.
Para evitar que el diálogo se rompiera Pastrana tuvo que prorrogar
por tres meses el plazo de la oficialmente denominada "zona de distensión",
al tiempo que retiró del servicio activo a dos generales del ejército
incluidos en una lista de varios miembros de las fuerzas armadas señalados
por las FARC de tener vínculos con los paramilitares.
También debió rendirle a los insurgentes un informe sobre
su política en contra de los paramilitares y en favor de los Derechos
Humanos.
Para algunos sectores Pastrana se ha "entregado" a las FARC,
al acceder hasta ahora a todas sus exigencias sin ninguna contraprestación.
Esa opinión se refleja en las encuestas que le adjudican a Pastrana
una imagen negativa del 54% en escasos nueve meses de gobierno, en tanto
que el 66% de los colombianos desaprueba su estrategia de paz.
Pero esos arriesgados pasos dados por Pastrana, respaldados por el gobierno
de Estados Unidos pese a que en marzo pasado las FARC asesinaron en Colombia
a tres de sus nacionales y a que el Departamento de Estado las incluyó
en un informe de las organizaciones terroristas más peligrosas del
mundo, condujeron a sentarlas por primera vez en una mesa de negociación
de paz.
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