Pueblo Nuevo "la tierra prometida"
Mauro García Suárez
Colón- EPASA
No sólo la larga espera
de que se les construya una vivienda digna, fuera del entorno malsano, lleno
de inmundicias, al borde de las epidemias, al lado de las drogas y la promiscuidad,
vivieron por más de una década los moradores de la barriada
de emergencia de Pueblo Nuevo; pero llegado el momento del traslado, se
les unió la frustración.
No cuentan con luz eléctrica, algunas residencias no tienen lavamanos
ni sanitarios y se han dado ya cuatro incendios, provocados por las velas,
que utilizan para alumbrarse, al caer la noche.
Y es que en el afán de vivir en mejores condiciones y proporcionar
a sus hijos momentos de decoroso, como lo representa el proyecto de Pueblo
Nuevo No.1 y No.2, para poder gozar de privacidad y dejaron atrás
los insalubres cajones que les servían de techo donde se veían
obligados a formar largas filas para usar el baño comunal y esperar
turno para utilizar la pluma que les permitiera tomar el agua requerida
para satisfacer sus necesidades básicas.
Pueblo Nuevo, "La tierra prometida", no lo es por ahora, porque
hace falta mucho para concluir las viviendas. La basura comienza a acumularse,
para hacer más patético el cuadro de inquietud que invade
a todos.
Aseguran algunos de sus moradores, que tienen cerca de quince años
esperando vivir como seres humanos en unas 339 viviendas construidas a un
costado de la barriada Los Lagos, conocida también como La Feria
en el sector de la Transístmica, exclusivamente para los que vivían
en Pueblo Nuevo, paradójicamente un diseño de atraso comunitario,
empotrado a la entrada de la ciudad.
Ya, a inicios de enero del presente año estuvieron a punto de
ser desplazados por otros sectores de la sociedad marginada, que ávidos
de viviendas invadieron los inmuebles, para ser desalojados posteriormente
por las autoridades correspondientes, lo que casi ocasiona un enfrentamiento
entre gente de la misma capa social.
Uno de los moradores, Pablo Herbert, nos acompaña hasta su cubículo
en el que vive con sus pequeños hijos, para mostrarnos en detalle,
todas las peripecias por las que atraviesan.
Han tenido que recurrir a la ilegalidad de conectarse a las instalaciones
de la empresa Elektra Noreste S.A., que se niega a realizar contratos individuales
para proporcionar el servicio energético, hasta tanto el 80% de los
residente no lo hagan de manera simultánea, asegura Alberto Domínguez,
cuya solicitud fue rechazada.
Sin embargo, los que con sus propios medios y recursos se han conectado
fraudulentamente al sistema, experimentan un extremado y permanente bajo
voltaje, que no les permite disfrutar de la televisión, ni de la
óptima rotación de las aspas de los abanicos en las noches
calurosas, en que nubes de mosquitos invaden las casas.
Ni siquiera las refrigeradoras funcionan debidamente a causa del bajo
voltaje, al tiempo que todo el sistema de suministro de agua potable, aún
no ha sido terminado, obligando a todos a conectarse a la toma principal,
cada uno por su cuenta.
Cabe destacar que poco o ningún resultado dio una manifestación
de protestas que prácticamente llevaron a cabo las mujeres de Pueblo
Nuevo, que se tendieron a lo largo y ancho de la vía Transístmica,
por espacio de tres horas, provocando un enorme tranque, que luego fue disuelto
por las unidades antidisturbios y por la renovada promesa de las autoridades
de resolver el problema.
El proyecto de Pueblo Nuevo, tendrá alguna vez que llegar a la
normalidad, para que su gente viva como verdaderos seres humanos, con los
servicios básicos, elementales, que sientan que el destino le ha
otorgado una nueva forma de vivir, entretanto, al compás de las noches
oscuras que comienzan a levantar los templos, como vívidos monumentos
a la inquebrantable fe de los moradores de Pueblo Nuevo.
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