EDITORIAL
Protestas estudiantiles callejeras
La decisión ministerial
de cambiar el sistema de evaluación del rendimiento académico
de los estudiantes, de numérico a alfabético, siguiendo criterios
y prácticas universitarias, contenido en el Decreto 64 de 13 de abril
de 1999 mantiene enardecidos a los estudiantes panameños, que en
protestas callejeras reclaman contra la reforma impuesta.
Los argumentos estudiantiles merecen atención y reclaman transparentes
respuestas que no cabe cobijar en la sibilina excusa de la frase "un
simple cambio de símbolos" como ya manifiestan voceros de alto
nivel ministerial, dado que en el ordenamiento aritmético se tiene
cincuenta posibilidades de calificación, siguiendo los decimales;
que se reducen a cuatro con las letras A-B-C y F, realidad que conduce
y obliga a obtener rendimientos del sesenta por ciento en las pruebas, en
contraste con los dígitos actuales.
La posición endurecida del ministro Thalassinos, quien insiste
en la medida, a pesar de que ayer otorgó tres semanas de espera,
es provocadora y responde al equívoco de desconocer que en las comunidades
docente, estudiantil y del público se ignora las mecánicas
y alcances del reformatorio; realidad que pudiera llevar al régimen
gobernante a enfrentar contrapelos que afecten el sereno desenvolvimiento
de las clases y el cumplimiento de los períodos de enseñanza
establecidos.
Los estudiantes están en las calles; sus manifestaciones causan
trastornos al tránsito terrestre y erosionan la tranquilidad colectiva,
situación que se refleja en el desenvolvimiento de actividades productivas,
comerciales y personales, elevando el clima al conflicto que apunta al mandatario
que fenecerá en período dentro de cuatro meses.
La conducta del ciudadano Ministro es acusada de provocación,
encaminada a generar situaciones de protestas que generen disturbios, los
cuales pueden dar cabida a descabezar organizaciones gremiales e imponer
restricciones a los estudiantes.
Panamá se encamina a la perfección de su soberanía
y al recobro del negocio canalero, y en este tránsito requiere la
mayor tranquilidad y sosiego, como garantía del imperceptible proceso
de reversión voceado por ambas naciones, el cual pudiera afectarse
con reclamos airados, populares, de acidez social, como apunta la coyuntura
de discordia que provoca el ministro Thalassinos y su cúpula asesora.
Incendiar oficinas estudiantiles; quemar archivos y destruir banderolas;
así como pretender acallar el reclamo y la inconformidad con voces
y geticulaciones trasnochadas, son expedientes inapropiados, equivocados,
para atender un reclamo que luce justo y oportuno.
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