MENSAJE
Su corazón seguirá latiendo
- Hermano Pablo,
- Costa Mesa, California
Era una escena familiar,
una escena que admiran vecinos y personas que van de paseo en domingo. José
Hernández de cuarenta y un años de edad cuidada su jardín.
Su pequeña hija Gloria, de dos años, jugaba junto a él.
La madre y tres hermanos conversaban plácidamente en el patio esa
tarde.
Fabián Pérez, joven de veinticinco años, venía
por esa misma calle manejando su automóvil. Lo primero que los vecinos
fue la forma en que el vehículo ondulaba de lado a lado. Lo cierto
era que Pérez, el conductor, estaba borracho.
Sin que nadie pudiera evitarlo, en una de esas onduladas el vehículo
cruzó bruscamente la calle y atropelló al padre y a su hijita,
matándolos a los dos. Fue un accidente que no debió haber
ocurrido. Pero así obra el alcohol.
Gloria, la esposa y madre, de un momento a otro quedó sin marido
y sin hija. La agonía fue indescriptible. Pero esa valiente mujer
tomó una decisión que, en medio del dolor, hizo de ella una
verdadera heroína. Decidió donar el corazón de su hijita
para un transplante. "Cuando menos dijo ella-, el corazón
de mi hija seguirá latiendo en el pecho de alguien que necesita vivir".
¿Qué puede uno pensar de un caso así ocurrido en
una de nuestras ciudades un día domingo 18 de agosto? En primer lugar,
lo fácil y repentino que puede ocurrir una tragedia que destroza
toda una familia buena y feliz. En un momento, en lo más tranquilo
de cualquier día, la fatalidad puede golpear brutalmente, y dejar
en luto lamentable a toda una familia.
En segundo lugar, todo el que maneja borracho creyendo que es dueño
de la calle es un asesino en potencia. El sólo hecho de tomar el
volante de un vehículo en estado de ebriedad indica que es un ser
embrutecido, cuyos sentidos están embotados, cuya mente está
oscurecida y cuyas reacciones están entorpecidas.
Por último, fue realmente admirable la reacción tan generosa
de esa dolorida madre que, no obstante sus costumbres y las de sus parientes,
ofreció los órganos del cuerpo de su hijita a fin de salvar
la vida de algunos otros niños.
Estos tres pensamientos son todo un mensaje en sí. Nuestra vida
no nos pertenece. Pendemos de un hilo muy frágil que de un instante
a otro se rompe y nosotros, preparados o no, tenemos que partir de esta
dimensión humana.
¿Qué nos dice eso" Que establezcamos una relación
íntima con Nuestro Señor Jesucristo. Dios hace fácil
esa relación. Sólo tenemos que someternos al señorío
de Cristo. No hacerlo es llevar una vida de naufragio. Hacerlo es hallar
verdadera paz y saber que tenemos vida eterna. Rindámosle hoy nuestra
vida a Cristo.
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