REFLECTOR
La chica más buena de toda la Boca Town

El Vidajena

Lolita, la chica más buena de toda la Boca Town, con un cuerpecito de avispa y una personalidad arrolladora, estaba decidida a salir de pobre; así muy temprano se arregló y se propuso conseguir un trabajo en una oficina decente.

Claro, cuando la guial se arreglaba parecía un modelo de revista y lo de racataca no se le notaba por ningún lado, así que, cuando llegó a una de estas empresas reconocidas, el dueño, que era tremendo acosador sexual, vio en ella la próxima víctima de sus bajos instintos.

Lolita no dijo ni por la mona, cuál era su residencia verdadera y con su carita de ángel le dijo a Don Teo que necesitaba el empleo porque su madre estaba muy grave en el hospital y no tenía dinero para pagar las medicinas. A lo que el Don asintió y enseguida la contrató.

Los primeros días la guial se mantuvo muy quieta y hasta se negaba a aceptar los verdes que le daba el jefe, hasta que un día dejó escapar a su verdadero yo, y le empezó a aceptar el dinero y hasta coqueteaba con él cuando entraba a que le dictara las cartas.

Un día el don no pudo más con su queso y se le tiró a la guial de frente y ella ni corta ni perezosa lo aceptó, desde ese día inició un tórrido romance, la chica le hacía al don la especialidad que él quisiera y el salario quedó en las nubes. Pronto, las otras secretarias se dieron cuenta del secreto a voces entre la mosquita muerta y el Don.

Ay papá, como la envidia no reconoce edades, qué creen que pasó, la señora Vivian, la jefa de las secretarias del dueño, era inchi y pinchi de la esposa del Don y ni corta ni perezosa la llamó a su casa y le contó con pelos y señales el tórrido romance de su marido con la secretaria nueva.

Así que la mujer se pintó de guerra y como estaba prendida, entró a la oficina sin avisar ¿y qué creen?, encontró a su marido en paños menores sobre la guial, a los que la doña, vuelta una fiera, se abalanzó sobre ellos y lanzó sus ganchos de izquierda y derecha sin una víctima fija, cuando separó a su marido de la guial, y claro, que Lolita no era de la Boca Town por el gusto, se le salió todo lo racataca que era y con una gillete cortó a la señora en la mano, y ¡que va papá!, cuando la doña vio su sangre correr, fue peor.

Con su cartera super fina, le tumbó la gillete a la quita-maridos y con sus uñas bien pintaditas, le arañó la cara a la racataca y por supuesto que el don, viendo que las cosas se ponían cada vez peor, se metió a separarlas y a duras penas lo logró, la sangre corría por su oficina.

Ay papá, llegó la hora de la verdad para el don, que tuvo que poner de patitas en la calle a Lolita y arrancar con su esposa para el hospital privado; por supuesto que le salió bien caro el arrepinche, ya que ahora no puede ir sólo ni al baño.

 

 

 

 

 



 

Claro, cuando la guial se arreglaba parecía un modelo de revista y lo de racataca no se le notaba por ningún lado, así que, cuando llegó a una de estas empresas reconocidas, el dueño, que era tremendo acosador sexual, vio en ella la próxima víctima de sus bajos instintos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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