El pensamiento de los que se creen sabios está dirigido a pensar que todo lo hacen bien, y que las opiniones y actos de los demás no son lo mejor, menos cuando hay de por medio ciertas reglas establecidas.
Y es que, al parecer el individuo cuanta con ciertas características que son parte de su personalidad, pero que ante la vista de los demás es de mal gusto, y eso se nota desde las aulas de clases, bien sea en el plano secundario o universitario, y en última instancia no pueden ser la excepción los casos en ciertas empresas de trabajo.
Como comentaban algunas colegas, en la escuela siempre existía uno o dos que creían no poder equivocarse en nada, incluso se ponían a comparar las notas del menos aplicado, como tratando de indicar que otro no podía ser mejor que el nunca, claro su único propósito era indisponer a ese estudiante que en pocas ocasiones sacaba una excelente calificación.
Aplicándolo en el lado laborar es lo mismo, pero en circunstancia peores porque se pone en juego la entrada salarial de muchos que dependen de su único empleo para llevar un bocado a casa, y cumplir con las obligaciones de las necesidades básicas.
Amigo lector, quizás sea tú uno de esos a los que le cae el guante, pero debes comenzar a cambiar tu forma de actuar, aprender a ser humilde, y aunque nadie es "monedita de oro" para caerle bien a todo el mundo, tratar de entrar con pie derecho en los diferentes círculos existentes. Ahora, sólo tu puedes saber si la manera en la que actúas lo haces en ese sentido de afectar o no a los demás. Lo más probable, es que antes fuiste ese ser que se llevaba bien con todos y al que la vida siempre le daba satisfacciones, pero a veces factores como la envidia y el rencor van creando ese monstruo que nadie quiere tener cerca, porque aunque no se de cuenta actúa de mala fe, y queda en la mente de todos como un enemigo, y al que lo perfecto le queda en su mente.
