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Sin embargo, me ahogo en un vaso de agua

Redacción | Crítica en Línea

En nuestra existencia tenemos muchas cosas de qué preocuparnos, y asuntos que tenemos que resolver en poco tiempo, para tener que lidiar con personas fatalistas, que a la menor señal de dificultad, se llenan la boca con mensajes apocalípticos y se hacen los impotentes.

Los fatalistas se convierten en un lastre en cualquier lugar, a cualquier hora y en cualquier situación. Si quieres evitar dolores de cabeza en tu vida, y desarrollarte en un ambiente familiar y de trabajo constructivos, mejor es que te alejes lo más posible de los fatalistas. Húyeles como a la peste.

Hay una diferencia esencial entre los que se ahogan en un vaso de agua y ser "realista", que es su excusa de preferencia para darse a entender. Un realista analiza los factores positivos y los balancea con los negativos.

Cuando las salidas se cierran por un lado, busca el camino por otro. Si las cosas se ponen muy difíciles, busca una forma diferente de atacar el problema. Si se ve que por ningún lado se puede llegar a una solución, así lo concluye. Pero claro, luego de analizar detenidamente todos los factores.

El fatalista se cierra en el "No se puede" y en el "estamos perdidos" desde el principio. Como consecuencia, no mueve un dedo para salir de su situación, o para ayudar a los demás. Podría decirse que el fatalismo esconde otros defectos de personalidad, como la pereza mental y la cobardía.

Para salir adelante, necesitamos de vez en cuando nadar a contracorriente. No siempre las apuestas están a nuestro favor. Si cada vez que las circunstancias se ven en nuestra contra, claudicamos y nos cruzamos de brazos, entonces seremos unos perdedores. Mejor cavemos nuestra propia tumba, lancémonos en ella y esperemos el día de nuestra muerte.

Tal vez eso sea lo que deberían hacer los fatalistas, para que así el resto de las personas puedan dedicarse a lo suyo sin recibir tantos mensajes negativos. Tal vez eso sea lo que necesitemos el resto de los seres humanos, para que no nos arrastren a su pozo de pesimismo y desgracia, a punta de tanto repetirnos malas nuevas.

El vaso se ve medio lleno o medio vacío. Dependiendo de la respuesta que tengamos ante los problemas, y de nuestra actitud, se puede determinar si somos fatalistas o "echao's pa' lante". Mucho ojo con quienes nos rodean, porque el fatalismo puede ser contagioso, y ser arrastrado hacia esa mentalidad puede ser la diferencia entre ser gente exitosa y un mediocre.

A echar para adelante siempre. Para atrás, ni para tomar impulso.



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