Mirando fijamente al Ministro de Salud de los primeros años del setenta, dije con voz firme: "Señor Ministro, si un niño muere por polio porque no fue vacunado a tiempo, esa muerte caerá sobre su conciencia".
El Dr. José Renán Esquivel puso cara seria. Controlando una sonrisa, contestó que "no pensara así, que realmente no había polio en Panamá".
Dos días después, el Dr. Esquivel llamó a una conferencia de prensa para anunciar el retorno de la poliomielitis a Panamá. Solicitó a los padres que llevaran a sus hijos a vacunar lo antes posible.
Estuvo feliz porque al fin se había divulgado una verdad que tenía semanas de permanecer oculta. Pero, como periodista, me dolió perder mi noticia exclusiva...
Para un periodista es angustioso saber una noticia y no poder divulgarla porque nadie quiere aceptar el hecho.
Es que para informar a la comunidad, el periodista debe contar con una persona o grupo de personas (fuente), que lo diga.
Resulta que a comienzos de los años setenta era subdirector de los noticieros más vistos en la televisión panameña.
Habíamos recibido informes de casos de polio en el hospital, pero no pude conseguir que un médico de allí me confirmara el hecho.
Incluso visité la sala de niños, pero no se filmó nada. Ninguno quería aceptar la responsabilidad del regreso del polio a Panamá, luego de años de haber desaparecido.
Eran los tiempos de la dictadura militar, que presionaba los medios de comunicación. También luchaban por mejorar su imagen administrativa.
Aceptar que el polio había vuelto a Panamá era afectar esa imagen. Además, se podría pensar en un descuido en las actividades de vacunación contra la terrible enfermedad.
Días después de anunciarse la situación, el ministro Esquivel me llamó y mostró estadísticas sobre el aumento de las vacunaciones... �sin el pánico que temían! Y agradecer mi insistencia en divulgar la noticia. Aunque no lo crean, luego me ofreció empleo en su Ministerio como sociólogo.
Recordé esta situación que viví hace más de treinta años, con la pandemia de influenza AH1N1 que azota ahora al mundo.
En esta ocasión, el Ministerio de Salud no ha tratado de ocultar el hecho. Ha sido claro ante la realidad del caso, cosa que se le debe reconocer.
Al final, recuerden que "el público tiene derecho a ser informado", como decía el periodista norteamericano Lipman.
