Maeres 25 de mayo de 1999

 








 

 


MENSAJE
¿Para qué sirve escribir?

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

¿Cómo es posible que ustedes se pasen tanto tiempo dibujando en esos finísimos pliegos de madera? - le preguntó indignado un indígena a un español durante la época colonial-. ¿Acaso no tienen nada más que hacer?

  • Te parece inútil que escriba sobre esta hoja de papel porquen o sabes para qué sirve, ¿verdad? - le contestó el español.
  • Bueno -replicó el indígena-, no sirve para cazar animales, ni para comer ni para adornarse el cuerpo. ¿Para qué sirve entonces?
  • Pues para contar los hechos a quienes no los han presenciado. Dime algo que nadie más que tú sabe, y verás- lo invitó el escritor.
  • Está bien. El invierno pasadom i madre estaba en el campo, y murió en una tempestad de nieve.

El español escribió esto en un papel, se lo entregó al analfabeto y le dijo que se lo mostrara a otro escritor al lado opuesto del campamento. Tan pronto como lo hizo, el otro escritor leyó: "El invierno pasado tu madre estaba en el campo, y murió en una tempested de nieve". ¡Fue tal el asombro del pobre indígena que casi se muere de espanto! Pegó un grito y se postró en tierra, aturdido por el poder increíble que poseían aquellos hombres barbudos.

En la actualidad nos cuesta trabajo ponernos en el lugar de aquel indoamericano, que bien pudo haber vivido en la entonces Nueva España y Guatemala, pues ya hace mucho que los que no saben leer por lo menos saben lo que se están perdiendo. No obstante, según los datos del Ministerio de Educación de Guatemala, hasta diciembre de 1998 cerca del 35 por ciento de la población guatemalteca no sabía leer ni escribir. Lamentablemente, el problema se acentuaba en las mujeres, pues sólo el 43 por ciento de ellas tuvo acceso a los programas de alfabetización, frente al 63 por ciento de varones, según los datos divulgados en 1995.

De modo que desde la llegada de Colón a nuestras tierras hace más de cinco siglos, los colonizadorse no han logrado alfabetizar con equidad a la población. Esta triste realidad se hace aún más lamentable como tomamos en cuenta que nuestro Padre Celestial siempre ha querido que todos leamos y escribamos, no sólo porque desea lo mejor para sus hijos, sino también porque quiere contar personalmente los hechos a quienes no los han presenciado, es decir, la buena noticia de Jesuscrito su Hijo y los hechos de los apóstoles que los siguieron. Y todo esto nos lo ha legado en diversas traducciones de la Biblia, que llega a ser su carta de amor que quiere que leamos, amor al que quiere que correspondamos, no sea que en nuestro caso la muerte de su Hijo por nosotros haya sido en vano.

 

 

 

 


 

CULTURA
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