Jueves 29 de mayo de 2003

 

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  OPINION

EDITORIAL
A limpiar la porquería

Panamá tiene todas las características para ser la capital del turismo a nivel mundial, sin embargo, la desidia manifiesta de una representativa parte de sus habitantes la han orillado a permanecer como un tesoro sin pulir.

La Bahía de Panamá, es un tesoro de la Costa del Pacífico en el litoral americano, sin embargo, es una posesión que está privada del aprecio en toda su magnitud por las condiciones sanitarias que la rodean.

En ese asunto no hay que buscar culpables, pues el panameño es el único responsable por no tener conciencia de conservación y valoración de los bienes otorgados por la Madre Naturaleza que ha sido benévola con este territorio.

Sin embargo, el problema está y hay que darle solución. Hay que limpiar la Bahía de Panamá.

Este tema ha venido sobre el tapete desde hace casi cinco décadas. Ha sido motivo de discusión en las aulas de clases primarias, secundarias, universitarias, en los medios de comunicación y en los consejos de gabinete de los distintos presidentes que ha tenido el país, pero hasta el momento, todos los planes de limpieza no han pasado de ser más que intenciones de querer ver otra cara de la bahía de Panamá.

El crecimiento de la urbe capitalina ha trastornado el ambiente marítimo próximo a sus costas, donde los desperdicios tienen su destino final en las otroras aguas cristalinas del Pacífico, hoy espesa melcocha de macro y micro contaminación que ha acabado con la rica fauna y flora de sus alrededores.

Tener una bahía de Panamá limpia como hace más de 500 años, cuesta dinero, muchísimo dinero.

Pero una nueva alternativa brilla en el horizonte lejano de ese anhelo. El Gobierno en turno firmó un contrato con la empresa Hasen & Sawyer para iniciar la primera fase del Saneamiento de la Bahía de Panamá, proyecto que tendría un costo de B/.350 millones.

Limpiar la Bahía de Panamá es un anhelo que se viene acariciando desde 1959, cuando la empresa Greeley and Hansen preparó los primeros planes para la construcción de plantas de tratamientos de aguas residuales.

De concretarse este proyecto, Panamá tendría una nueva bahía en unos doce años.

El Gobierno de Panamá tiene la histórica oportunidad de quedar en los anales de la herencia ecológica, de ser los que propiciaron la cristalización de este importante proyecto.

El costo económico que ese proyecto tendría para el Estado, revertirá en los proyectos turísticos que se desarrollarían en los litorales de la bahía, ya que muchos turistas no llegan a Panamá a invertir y visitar, pese a las prometedoras características ecológicas y financieras del país, por los rumores del agonizante recurso natural que evidencia el paupérrimo estado de ese accidente costero.

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