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  Sábado 12 de junio de 1999


MENSAJE
Otro suicidio de millonario

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Hermano Pablo
Costa Mesa, California

Las puertas de emergencia del Hospital "Reina de los Angeles" en California se abrieron para dejar entrar una ambulancia que venía a todo vapor.

Los camilleros bajaron a un hombre joven que aparentemente había sido víctima de un ataque cerebral.

Lo registraron con el nombre de "Jorge Davis" y se le sometió a tratamiento de inmediato. No obstante, murió sin recuperar el conocimiento.

Cuando la policía ordenó hacerle la autopsia, porque el hombre había caído en la calle, se reveló que había muerto de una ingestión masiva de barbitúricos y alcohol. Y su verdadero nombre era Jorge F. Getty, hijo de uno de los hombres más ricos del mundo, y vicepresidente ejecutivo de la empresa petrolera "Getty".

Aquí tenemos otro caso de un millonario que se suicida ingiriendo dosis extremas de narcóticos. Este hombre parecía tenerlo todo. Era aún joven, de apenas cuarenta y ocho años. Casado, con buena familia. Sano, rico, pudiente. Podía viajar a cualquier parte del mundo, alojarse en los mejores hoteles, andar en barcos o aviones de lujo, ver los más hermosos paisajes de la tierra y los más grandes espectáculos artísticos.

Sin embargo, allá en el fondo de su alma yacía el hastío, el desencanto, el fastidio, la desesperación... y la negra idea del suicidio.

Se ha dicho muchas veces, y merece repetirse aunque sea frase trillada, que el dinero no produce la felicidad.

La felicidad no consiste en los bienes y posesiones materiales, no está en la riqueza ni en el poder, no camina al lado de las diversiones y placeres.

La verdadera felicidad se encuentra en el fondo de un corazón limpio, que no inspira a nada de este mundo. La felicidad, en otras palabras, se encuentra en Cristo y con Cristo.

Cuando por voluntad propia Cristo se constituye en nuestro único bien, nuestra posesión valedera, el todo de nuestra vida, entonces, y sólo entonces, llegamos a conocer la eterna felicidad.

 

 

 

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