Es increíble concebir que las ciudades no experimenten crecimientos escandalosos y desbocados en ésta época hermosa de determinantes transiciones. El Panamá de ayer emplazado desde el casco viejo hasta la exposición no es el mismo al de hoy; exponiendo sólo dos edificios de mampostería de máxima altitud, donde funcionaba la Cía. Internacional de Seguros en la Plaza Cinco de Mayo y el Hotel Panamá en las afueras de la metrópoli.Todo esto en nuestros días ha sufrido especiales transfiguraciones como consecuencias de la aparición de múltiples factores, a saber, el impactante crecimiento demográfico y el deseo de obtener una vivienda propia. He aquí el por qué se ha extendido con explicable vertiginosidad la periferia de la ciudad a manera de explosión increíble de resultados impactantes.Es natural que este fenómeno ha estremecido con energía otros de no menos consideración como el transporte, la salud, la educación y la seguridad. En la lógica se da una condición estrictamente obligatoria, la secuencia, de faltar, ocurren inexorablemente los comunes trompicones. Ella implica el orden que alimenta la ley, contrariamente se endiosa el desaliento irremediable, empujándonos por la boca del desfiladero. Cuando hay grandeza de ánimo, hay más confianza en los procedimientos que nos conducen al fin perseguido. El peligro es el lazo de unión entre los que piensan y los que sufren. Por viejos, existen un buen número de autobuses detenidos en los diferentes corrales, a todo esto, la biología no se detiene, cada día que pasa nacen nuevas almas en este patio terrenal. Este factor nos obliga a proceder con exactitud, estableciendo el enlace, supliendo de un grueso número de autobuses sencillo las rutas, mientras tengamos el proyecto Nobel, llámese tren ligero, monorriel o metro. Hay factores comunes que no podemos desechar en estos casos, un bus de cuarenta pasajeros no lo podemos suplir con sesenta, obra la incomodidad por un lado y por el otro el auto se sobrecarga ocasionándoles trastornos mecánicos. Es urgente importar transportes viejos o nuevos para establecer el puente entre el hoy y el mañana, evitando que el eterno sufrido no quede a merced del viento. Es gratificante sentirse escuchado. No podemos permanecer al margen de los acontecimientos que violentan la vida diaria.
