Al hombre se le enseña a ser macho desde el primer añito. Todos aplauden cuando se agarra la "pollita" y se la enseña a otra niña. �Ese es mi hijo!, grita el papá y la mamá dirá: "No se metan con mi Jaimito..."
Lo cierto es que miles de niños van creciendo así. En su adolescencia comienzan a experimentar las relaciones de noviazgos que son muy lindas, pero se transforman en un caos cuando estos hombrecitos comienzan a jugar a tener y tener más chicas en el colegio y en la universidad. Parece que el premio es tener la mayor cantidad de hembras para satisfacer sus necesidades sexuales.
Los hombres de la actualidad, estando casados, sienten ese deseo que les vino desde chicos. Ellos quieren tener a su esposa (la de la casa) y cuatro mujeres por ahí. De quincena en quincena se las arreglan para estar sexualmente con una y con otra. Le dan un par de reales para apoyarlas y tener chance para llevarlas a la cama con derecho.
�Cómo hacen eso? En Panamá, todos saben que la cultura del juega vivo cuenta con varios libritos que estas personas pueden aplicar. Ellos saben que valiéndose de la mentira pueden hacer ver a estas chicas que no están casados y que ni siquiera tienen hijos. Las mujeres, por su parte, aceptan tal relación fundada en la metira o en la sinverg�enzura de ambos y le dan plomo hasta que pasa lo inesperado: uno de los dos muere. �Pero qué pasa? Hermano, por andar en pecado el premio es vivir una eternidad sin Cristo, que es lo mismo a decir que estar eternamente en tormento.
El panameño aún no está claro en las cosas de Dios. Muchos no conocen que Jesús murió por el pecado de la idolatría, robo, adulterio, fornicación, mentira y todos los demás. Lo único que nos queda es aceptar ese sacrificio que �l hizo en la cruz para darnos vida eterna, pero seguimos despreciándola al querer ser traviesos para estar con cinco o más mujeres.