Las calles del país están casi atestadas de niños en cada semáforo. Venden plátano, accesorios para celulares, guandú y hasta pastillas. Su objetivo es llevarse unos cuantos reales para ayudar con el sustento de su familia, pero �qué hacen los padres de estos chiquillos? �Dónde están? �Por qué no son ellos los que dan la cuota de sacrificio?
La sociedad se ha hecho todas estas preguntas y no ha logrado respuestas claras, pues hay estudios que revelan que detrás de cada menor hay una persona que se aprovecha de la ingenuidad de estos pequeñines para apelar a la lástima y obtener ingresos fáciles.
Ante esta situación, el Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de Trabajo y diversas organizaciones no gubernamentales han mostrado su preocupación y se han decido a erradicar de una vez por todas el trabajo infantil de las calles, pero dependen del apoyo de todos.
El Gobierno sabe que necesita del respaldo de los miembros de la sociedad. Decir "No" será la clave para sacar de las calles a estos niños que deberían estar alimentándose de todo el conocimiento que se brinda en las aulas de clases.
Un país con alto potencial educativo es una nación con menor cantidad de niños haciendo trabajos de grandes, por eso es imperativo luchar juntos para evitar que se incremente la situación.
La guerra contra este tipo de actividad está declarada. El gobierno pide un "No" cuando le ofrezcan un producto en el semáforo, pero todos debemos estar conscientes de que si la actual o las futuras administraciones de Estado no mueven un dedo para incrementar los puestos de empleo, todo quedará igual.
Si no hay trabajo y buena educación para los pobres no erradicaremos nada, así que pongámonos a trabajar ya.