AYER GRAFICO
Noriega representa al gobierno durante inundaciones de 1969 en Bocas del Toro


La marginada región bocatoreña sufre de varios males que se ponen de acuerdo en una conjura que varias veces al año la azota. Una de estas tragedia es la furia de la lluvia, los rios y mares, que se lanzan sobre los poblados al final de cada verano, y anegan casas, sembradíos y caminos, sumiendo muchos puntos de la provincia en un ostrasismo peor al que institucionalmente se le somete.

En abril de 1969 una de estas inundaciones tomó por asalto a los bocatoreños y amenazó con desaparecer la provincia del mapa. Para esa época, el gobierno responsabilizó de las inspecciones al entonces mayor Manuel Antonio Noriega, quien por aquella década ya había tenido a su cargo filtrar los sindicatos bananeros (en Chiriquí y Bocas del Toro) para contrarrestar acciones de protesta, que surgían a diestro y siniestro.

Bocas de Toro recibió por aquella época los beneficios que el incipiente gobierno de los uniformes verde olivo le propició, pero la historia se repitió una y otra vez hasta que, veinte años después, un terremoto desoló la provincia.

Lo curioso de todo es que, durante todo el tiempo anterior al terremoto, las cosas no fueron mejores para los bocatoreños. Las inundaciones, el hambre, la marginación y el trato indigno, que les ofreció el propio Noriega, se mantuvieron.

 

 

 

 

 

 


 

CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, contribuyo al ruido excesivo innecesario.


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