Es uno de los componentes de la Policía Nacional tal vez poco conocido por la población, pero de gran importancia para el país y el patrimonio natural, se trata de: la Policía Ecológica.
En su misión de "Proteger y Servir", la Policía Nacional, además de patrullar el territorio panameño en busca de delincuentes y también previniendo el delito, se esfuerza en colaborar con el cuidado del medioambiente, a través de una unidad conocida como "Policía Ecológica", en la cual laboran hombres y mujeres comprometidos con la preservación de los recursos naturales y especies animales.
ORIGEN
Esa unidad fue creada en 1979, dos años después de la firma de los tratados Torrijos Carter, cuando se necesitó un grupo especializado para cuidar la cuenca hidrográfica del Canal de Panamá; en ese entonces, fue llamada Policía de Recursos Naturales, y posteriormente, en 1985, pasó a llamarse Policía Forestal, trabajando en conjunto con el entonces Instituto Nacional de Recursos Naturales Renovables (INRENARE).
Fue cerrada en 1989 tras la invasión, pero en 1990 se implementó nuevamente el patrullaje ecológico limitado a la isla de Barro Colorado en la cuenca canalera.
Ante el incremento de delitos ecológicos en el territorio nacional, el Gobierno solicitó a la Policía Nacional la creación de una unidad especializada para dichos menesteres, por lo cual se fundó oficialmente la Policía Ecológica el 22 de noviembre de 1995.
En los 14 años de existencia se han efectuado 5 cursos especializados para capacitarlos en el desarrollo de sus funciones, y a la fecha existen 28 unidades que patrullan diariamente los parques nacionales: Metropolitano, Soberanía, Camino de Cruce, Chagres, Barro Colorado, Lago Gatún, entre otros puntos de interés.
FUNCIONES
Los policías ecológicos patrullan vías terrestres y acuáticas de áreas protegidas en conjunto con diferentes organismos gubernamentales y no gubernamentales, buscando minimizar la caza ilegal, tala indiscriminada, la contaminación de las aguas, quemas, el rescate de especies en extinción; también supervisan que el público no tire desechos en las áreas protegidas, teniendo en cuenta que existen materiales que no son biodegradables y que alteran el equilibro ecológico de la zona.
En lo que a rescate de especies en peligro se refiere, el sargento Adames de la Policía Ecológica reveló que han atendido casos de animales fracturados, los cuales son recogidos y en coordinación con la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) son trasladados al Parque Summit o Vista Silvestre de Centroamérica (un acuario ubicado en Clayton), entre otros, para que puedan recuperarse y reintegrarse a su hábitat natural. También han tenido que sacar a monos perezosos de las aguas para evitar que se ahoguen.
Los delitos que con más frecuencia atiende la Policía Ecológica son: la caza, tala y pesca ilegal.
Según lo manifestado por el sargento Adames, la cacería sucede debido a que las áreas protegidas están rodeadas de personas de bajos recursos que ven en ese método una manera de llevar un sustento a sus hogares. Ante esta realidad, la Policía Ecológica ha capacitado a esas comunidades para mostrarles las consecuencias de la caza, tala y contaminación del medio ambiente, coordinando con la ANAM, para que dichos pobladores puedan hacer criaderos de iguanas o conejos pintados, para así controlar su consumo sin poner en peligro a la especie.
Las especies más acechadas por los cazadores son: el venado de cola blanca, el zaino, el conejo pintado, el capibara, el ñeque, las pavas, el loro y el perico verde, estos dos últimos para usarlos como mascotas.
ORGANISMOS DE APOYO
La Policía Ecológica trabaja en conjunto con la ANAM, Fondo Peregrino y con Agua Salud, cuyos esfuerzos se plasman claramente en el caso particular del águila harpía y su conservación al norte del Parque Metropolitano.
Este año fueron soltadas varias aves de diferentes especies para que en un hábitat adecuado pudieran procrearse. De igual forma, se mantienen estudios constantes sobre el águila, midiendo los alimentos que come y el territorio que recorre diariamente.
Otro organismo de asistencia es Smithsonian, un instituto de investigación tropical que tiene su centro de estudio en Panamá, específicamente en el área de Barro Colorado, una península en la vía del Canal. Se hizo un convenio de patrullaje en el área de cobertura, la cual está compuesta por la península de Gigante, Peña Blanca, en tierra firme, Península del Bohío, y al sur, la península de San Pablo, que colinda con la comunidad de Laguna, al oeste de la provincia de Panamá.
En Colón se custodia el área de Punta Caleta, un acuario marino que abarca más de 32 hectáreas.
PREPARACION
Toda unidad de la Policía Ecológica debe tener la vocación de amar el medioambiente porque cuando entran al bosque están expuestos a múltiples contratiempos que pueden ahuyentar a los no preparados. Por ejemplo, en la temporada lluviosa, la unidad se expone a estar mojada durante horas, y hasta el día entero. Es usual que estos agentes policiales sacrifiquen de 2 a 3 días de su tiempo libre para evitar delitos ecológicos.
La preparación consta de un curso de 3 etapas: la primera es de acondicionamiento físico y prueba psicológica; la segunda enseña sobre leyes ambientales, protocolos y el manejo en diferentes casos. La tercera etapa es de patrullaje en la montaña, caminatas forzadas, natación, rescate en lagos y aguas rápidas, transporte de heridos, primeros auxilios; se aprende sobre qué plantas son venenosas, biología en general, navegaciones nocturnas y cartas cartográficas.
Al final de la preparación, el policía ecológico podrá trazar un mapa de los puntos donde se dan más movimientos de caza o contaminación, y por ende identificar el modo de operación para retener a los responsables. Ante los cambios en los métodos de los trasgresores de la ley, la Policía Ecológica tiene que cambiar de estrategia para contrarrestar a estas personas.
TERRENO GANADO
El sargento Adames indicó que se ha creado conciencia en las comunidades adyacentes a las áreas protegidas y en la sociedad en general sobre la conservación y la ecología, mediante la emisión de mensajes de preservación del medio ambiente, con un esfuerzo especial hacia la niñez en escuelas primarias. También se han dado iniciativas en ferias agropecuarias y culturales, actividades que brindan la oportunidad de calar en las mentes de los ciudadanos para conservar la Tierra.
La concienciación ciudadana ha sido importante, y gracias a la denuncia de los pobladores que están apoyando la labor de la Policía Ecológica, el año pasado se decomisaron 43 armas de fuego usadas para la caza. También se ha podido identificar dos tipos de cazadores, uno casual que entra en la tarde y sale por la mañana, y el otro que usa campamentos, el cual se mantiene más tiempo en las áreas protegidas.
La Policía Ecológica tiene previsto expandir sus servicios al resto del territorio nacional, y a la vez recomienda a la ciudadanía denunciar a personas inescrupulosas que abusan de la caza y la tala. Todas las denuncias pueden darse a través de la División de Delitos Ecológicos en la Dirección de Investigación Judicial (DIJ).
