La selección española selló ayer el pasaporte al Mundial 2010 de Sudáfrica, con un impecable camino creado con pleno de triunfos, en esta ocasión alejado de la brillantez, pero sin sufrimiento ante la débil Estonia, a la que tumbó 3-0, con goles de Cesc Fábregas, Santi Cazorla y Juan Mata.
España ya es mundialista. No faltará a la cita en Sudáfrica, donde será catalogada favorita por su brillante triunfo en la Eurocopa y su brillantez rumbo al Mundial, olvidado el disgusto de la Confederaciones.
No quiere el seleccionador que se hable de la España de Del Bosque, sino del grupo de jugadores de la generación de oro del fútbol español que le ha tocado dirigir. Y lo hace con éxito, alejado de debates y centrado en seguir innovando en un grupo que no para de crecer. Instalado en un segundo plano cuyo único objetivo es pasar a la historia y conquistar el Mundial.
España llegaba a Mérida con la difícil tarea de mantener el alto nivel de juego y lo logró, y avanzó al Mundial por la puerta grande.