El silencio y las largas extensiones territoriales de potreros, pastizales, rastrojos y fincas agrícolas, dan a entender que la frontera entre Panamá con Costa Rica es pasiva e inocente.
Sin embargo, los hechos de violencia, tráfico de armas, droga, presencia de indocumentados, demuestran otra realidad de esa línea fronteriza.
Enrique Fernández, gobernador de la provincia; Alfredo Prieto, secretario de Comunicación del Estado, y Bartolomé Ag�ero, jefe de la zona policial de Chiriquí, en coordinación con las autoridades Ministerio de Salud, Aduana, Migración, y alcaldes, recorrieron ayer, miércoles, esas comunidades entre ambos países para ver qué encontraban.
La intensión era ver los más de 400 pasos clandestinos que se ubican en toda la frontera que son el terreno fértil que utilizan los narcotraficantes, sicarios y delincuentes, quienes burlan los controles de seguridad para establecer actividades ilícitas, desde el contrabando hasta el tráfico de drogas.
José Raúl Mulino, ministro de Gobierno y Justicia, recorrerá esa frontera en los próximos días con el fin de frenar la fragilidad de la frontera tico-panameña.
El gobernador Fernández señaló que actualmente la frontera tica no es tan sencilla ni inocente como se observa a simple vista. Las evidencias del contrabando son los mudos testigos de la realidad en ese lugar.
Las autoridades provinciales recorrieron el cordón fronterizo con el propósito de presentar un informe al ministro Mulino, para comenzar con la implementación de nuevas estrategias de seguridad en esa frontera.
Ag�ero, como jefe de la Policía en esta provincia, sostiene que la proliferación de los pasos clandestinos convierten esta zona en una región vulnerable e impide llevar un control de seguridad para las personas que entran ilegalmente al país.